domingo, 5 de enero de 2014

A modo de presentación



Las riberas son esos lugares que se ven desde el rio, que empiezan justo donde acaba el agua y que comienzan siendo arena o peña, nuestra arena y nuestras peña. Hay de todo en las riberas: Árboles, sendas que van no se sabe dónde, lujosos palacios, valles que se solazan, guerras, fiestas, trampas mortales…..en fin, la vida.
Y un día estamos en la ribera. Ni nos imaginamos lo que hay más allá.
Titubeantes, trastabillando, todo nos atrae y todo es nuevo. Pero por suerte, ¿suerte?, estamos acompañados. Hay más seres como nosotros, muchos. Te van indicando, te acompañan, te empujan, te aman, te odian…..y sobre todo, en este siglo XXI y en el pasado te venden, sobre todo te venden. No que te vendan a ti, de ti mismo, si no que te venden a ti, de tu bolsillo. Y es que estamos en la Santa Sociedad de Consumo, una sociedad tan peligrosa que ha conseguido que haya más arte y creatividad en un anuncio de lentejas que en la última de Hollywood.
Te dicen que más allá de la ribera, tras los árboles hay todo un mundo y se ofrecen a mostrártelo...…pero no quieren enseñarte cosas de valor, no, quieren enseñarte cosa de poco valor pues así ellos tiene más margen de ganancia. Esa es la esencia de nuestra sociedad, comprar lo más barato posible y vender lo más caro que se pueda. ¿El qué?, lo que sea.
Te venden la música, no por qué quieran que descubras melodías maravillosas, composiciones que despierten en ti sensaciones y emociones desconocidas, no, te venden porque quieren tu dinero…y te venden cualquier cosa que suene.
Te venden el cine, no porque quieren que descubras mundos nuevos, ni darle salida a la creatividad y talento de los directores de cine, no, te venden porque quieren tu dinero…y te venden cualquier cosa que se pueda proyectar.
Te venden libros, no porque quieran que disfrutes y aprendas a la vez, que descubras la complejidad del ser humano, no, te venden porque quieren tu dinero…..y te venden cualquier historia metida entre dos tapas.
Y así con todo lo que te venden. No lo hacen pensando en ti, si no en su bolsillo.
Si no es así no se entiende que en España, de los veinticinco años para abajo el porcentaje de jóvenes amantes de la música que saben quienes son The Allman Brothers y sus maravillosas y largas improvisaciones de guitarra debe estar por debajo del 10%,  que los seguidores de John Mayall, la mayoría no deba ser capaz de correr los cien metros lisos en menos de treinta segundos con serio peligro de lesiones de rodilla, tibia y peroné. No digamos de la música clásica, en España es perfectamente posible nacer y morir sin haber escuchado nunca ni a Mozart, ni a Beethoven y si se ha escuchado a Albéniz o a Falla ha sido en algún anuncio de colonia.
O sal a la calle y pregunta por Cervantes, sí, hombre, ese del premio, ¿no?, pues ese que tiene calles en toda España, ¿tampoco?, pues joder, ese de las monedas, ¡Ah, que tú no usas monedas!, de billete de veinte para arriba.
No hablemos de Quevedo, Góngora y si ya echamos mano de los extranjeros…mejor, no.
Así de lamentable es el crecimiento de nuestros jóvenes. No les mostramos lo mejor de cada cosa que esté a nuestro alcance mostrar si no aquello que nos permite ganar más. No educamos a nuestros jóvenes, les vendemos cosas.
Yo desde una edad que llamarla madura comienza a ser optimista le pido perdón a los  jóvenes por esta traición, en nombre de mi generación, que tuvo tanto por delante y que tan mal aprovechó, por no haber sabido mostrarles lo mejor de todo y haberlos convertido en pasto de Centros Comerciales, por no dejarles ni tan siquiera atisbar lo excelente en todas y cada unas de las actividades humanas.
La cosa no es tan desastrosa como parece. Hay ahí en una pequeña esquina, entre el tumulto, un pequeño grupo de gente que parece querer hacer las cosas bien, dejando las ganancias y el provecho propio en un segundo plano, pero son tan pocos, y desde luego no se ve a ningún político. Son las excepciones de siempre, que confirman la regla.
Yo desde este pequeño y humilde blog que nace hoy me propongo llevar  a cabo mi pequeña tarea. Llevo unos años danzando por este mundo y gracias a Dios, no a Dios, no, al incierto destino, por cierto, ¿Cuántos jóvenes se han planteado en su vida por qué son católicos? ¿Y adultos?, no que por qué son adultos, no, si no, ¿cuántos adultos se han planteado cuáles son sus creencias?, en fin,  bueno pues gracias a quien sea disfruto y he disfrutado de un cierto criterio que me ha permitido gozar y enriquecerme con todo lo mejor que este mundo ha puesto a mi alcance y se me cae el alma a los pies cuando veo tantos reproductores de mp3, tantos ebook, tantos medios electrónicos a nuestro alcance para disfrutar lo más chabacano, vulgar, repetitivo y superficial que uno se pueda echar a la cara.
Mi pequeña tarea como dije antes, que se la debo en justicia compensatoria a las generaciones  que me siguen , consistirá en echarme a la cara eventos artísticos y no, para desenmascararlos o elogiarlos, en echar mano de lo disfrutado para mostrarlo y quizás conseguir que parte de nuestra juventud despierte, crie criterio y pueda andar por el mundo sin dejarse engañar por esa pérfida e insaciable Santa Sociedad de Consumo y a la vez obligue a esos que la alimentan a esforzarse un poco y dejar de vender mierda a todas horas.
O sea, un poco como el abuelo Cebolleta, para que vamos a engañarnos.
Arrancamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario