sábado, 31 de octubre de 2020

“La caída del imperio americano” de Denys Arcand (2019)

undefined

Cuando vi el título y me acordé de una película del mismo director pero de 1986 que se llamaba “El declive del imperio americano”, pensé que era una jugarreta zafia y garrula de los dobladores de títulos que cometen muy a menudo esas tropelías, pero no….
Era cosa del director, la chute y le declive de l´empire americaine, la garrulez y la zafiedad.
Denys Arcand debe ser una persona preocupada por el malestar y la injusticia de nuestro tiempo e intenta denunciarlo.
Pero para mí que no lo consigue.
Yo en este film, la chute, no me atrevo a decir que se denuncia nada, a pesar de las fotos del final, que no sé a qué vienen, y que arrancaron un tibio aplauso entre mis compañeros de sesión. Unos aplausos que seguramente habrían tenido problemas para explicar más allá del “buenismo” en que estamos instalados en esta sociedad nuestra que protege a los toros mientras la normativa laboral es peor que la de hace cuarenta años.
Para mí, esta película tiene una escena divertida y acida al principio de la proyección, que trata de cómo la inteligencia es una garantía de fracaso, pero que luego se convierte en la consabida historia sobre un desgraciado que se enfrenta por una de esas jugadas del destino a los “malotes” con la ayuda de dos malitos que en realidad son dos buenazos, dos trozos de pan, y uno de ellos un bellezón. La policía tonta a más no poder, con escenas y diálogos que lucen como parches en una rueda redonda.
Pero si todas las ruedas son redondas, dirá alguien. Pues eso, una película absolutamente repetitiva y llena de tópicos.
Si va usted a verla con que contemple el dialogo inicial es suficiente. Ahí se acaba lo que ni había empezado.
Denys Arcand, el director amable.

domingo, 11 de octubre de 2020

Rifkin´s Festival de Woody Allen (2020)

 Rifkin's festival' de Woody Allen ya tiene cartel y se acerca a su estreno  « Donostitik

Las películas de Woody Allen, su interés, terminaran diluyéndose en la corriente de la reiteración y la insistencia como un azucarillo complaciente, simpático y un tanto atrevido en una taza de café aburrido.
Y también como un azucarillo son presentadas. Envueltas en los créditos en blanco y negro, con los tipos acostumbrados y la música de jazz habitual.
Después vemos que se trata de la historia de siempre, en las que el personaje principal es un trasunto del mismo director con sus inquietudes, experiencias y vicisitudes existenciales habituales, trufadas de diálogos chispeantes, ocurrentes, con la ironía y mala baba marca de la casa, sin faltar la autocompasión y la reiterativa pena por uno mismo: Amor, desamor, sexo y decaimiento físico.
Esta es la esencia del cine de Woody Allen, luego en cada película le va añadiendo algún aderezo. En este caso se traslada al Festival de cine de San Sebastián y se dedica a homenajear al cine por medio de innumerables guiños y llamadas a películas y cineastas de su vida y de la nuestra.
Y no hay más. No se si es bastante.
Posiblemente Woody Allen se está agotando.
La he visto con simpatía, resignación y un poco de pena.
De todas formas, gracias maestro por seguir ahí. Nunca se sabe.

martes, 6 de octubre de 2020

“Eso que tu me das” de Pau Donés (2020)

Eso que tú me das', el documental con el que se despidió Pau Donés

En la pequeña novela de Alan Bennett, Una lectora poco común, pequeña en páginas y grande en contenido, la actual reina de Inglaterra, que se ha convertido en una lectora voraz, causando innumerables contratiempos a su alrededor , cae en la cuenta de que siempre ha sido un personaje, nunca una persona. Y eso no le satisface, ahora que se ha dado cuenta.
A Pau Donés le ha pasado igual, además lo explicita en el documental. No quiere desaparecer y que la gente tenga en mente a ese hombre sano, simpático, dicharachero que cantaba aquello de “la flaca”, ese es el personaje y ese nunca desparecerá. Quien va a desaparecer, quien se va a morir y está sufriendo  es la persona, tal cual se puede ver en ese momento, decrépito, casi sin voz. Y quiere dejarlo claro. Que todos lo sintamos, como si fuésemos familiares suyos. Le mueve el afán  de trascender más allá del personaje.
Y para eso llama a Jordi Évole, que con su proverbial humildad, fruto de un convencimiento justo y exacto de la propia valía y unos principios que sospecho férreos, se apresta sin problemas, convirtiéndose en su servidor. Por eso he titulado la reseña “de Pau Donés”. Y ahí creo que Jordi Évole ha fallado. Sé que era un compromiso peliagudo pero creo que debería haberle pedido compensaciones a Pau Donés: Tú quieres esto, bien, pero a cambio me tienes que dar esto otro.
Porque no es la primera vez que se graba algo parecido. Hay, creo, una fotógrafa norteamericana que fotografió durante años su decadencia fruto también de una enfermedad. Y hay algún caso más.
En España es la primera vez que se rueda algo parecido que yo sepa. Así que bienvenido el documental.
Ese “esto otro” que Jordi Évole podía haber pedido, ese ir un poco más allá, hubiera sido hacer presente a la gran ausente del documental, la enfermedad y de que manera se había cebado en el cuerpo que estamos viendo. Cómo se manifestó, cómo evolucionó, cómo pasó, cómo se alimentaba, qué partes de su cuerpo habían dejado de funcionar, cómo se acabaría la vida de ese cuerpo. Casi una lección de anatomía fisiológica. Sin esto, rodada con sencillez y simpleza, casi improvisando, se queda en un mero registro de alguien que está a las puertas de la muerte.
Todo eso nos lo escamotea Pau Donés que sólo quiere hacerse presente tal y como es ahora, impidiéndonos tener la distancia que su personaje ofrece pero que él con su insistencia hace desaparecer. A algunos nos hubiera gustado algo más, porque irse así con arrojo, elegancia, casi con amabilidad lo hace mucha gente. A mí se me fue un amigo de esta manera hace unos años, con la misma serenidad y valentía que el cantante, pero mi amigo no tenía la necesidad de separar personaje y persona. Podía haber grabado un documental parecido, pero ¿a quién le hubiera interesado? Pues sólo a los que ya le conocíamos como persona.
Así que esto es los que ha conseguido Pau Donés, darle una patada a su personaje y ponernos en primer plano su persona, para jodernos, hacernos sufrir y sentir que se moría una persona, con sus defectos y virtudes.
Tiene derecho. A los que van a morir se le puede negar muy pocas cosas.
Se mire como se mire, una lección de vida.
Lo que no sé muy bien es si agradecérselo a él y a Jordi Évole. Cargar con otro muerto, con el que no contaba.