sábado, 1 de junio de 2019

El “Bermejo” como excusa para arrearle a la Historia





 
A la Historia que nos escriben. No a la Historia en sí, que transcurre por donde ella, según secretas instrucciones, le apetece. Y nadie la puede parar.
La Historia la escriben los vivos. Eso ya debería darnos alguna pista. Quizás un punto de compensación  sería pensar como escribiría la Historia uno de los muertos, de los vencidos, y dejarse llevar por la solidaridad, la compasión. El vencido podría haber sido el historiador vivo, el vencedor.
Hace unos días leí un tuit de una chica que venía a decir que siendo licenciada en Historia se acababa de enterar debido a un libro que se ha editado estos días, del cual ha hecho publicidad alguna televisión, no todas, de la existencia de campos de concentración franquistas  (El libro se llama “Los campos de concentración de Franco” de Carlos Hernández de Miguel). De cientos de campos. ¿Qué cómo podía ser eso? Se extrañaba.
A mí no me sorprendió  demasiado. Aunque el asunto sea de escándalo teniendo en cuenta el volumen de campos de concentración que hubo. No se trata de una batalla de nada, ni de un suceso mínimo, si no de cientos de campos de concentración.
Otra vez volví a pensar en lo raquítica que es nuestra literatura de investigación y nuestro afán por ocultar los hechos que no nos parecen bien, que nos avergüenzan. Como si eso sirviera para que no hayan existido.
Pero, bueno, yo lo sabía y gracias a mi incesante curiosidad y mi avaricia lectora estas cosas no me pasan.
¡Ah! ¿No?
Qué petulante.
Estos días se exponen en el MNAC de Barcelona unos cincuenta cuadros del pintor Bartolomé de Cárdenas, nacido en Córdoba en 1445 y muerto en Barcelona en 1501, conocido como “El Bermejo”.
Hace muchos años que sigo la pintura, mi casa está bastante bien abastecida de libros sobre pintura y he visitado museos de todo el mundo.
Pues bien, yo nunca había oído hablar de este pintor.
De hecho no hubiese ido a ver esta exposición en condiciones normales, un pintor del siglo XV poco podía atraerme, dado que me imaginaba motivos bíblicos a tutiplén, retratos de personajes del momento o paisajes mil veces vistos.
Pero hubo algunas cosas que me atrajeron cuando leí la noticia. Nunca había oído hablar de él, su mujer había sido condenada por actividades judaizantes y además en su momento tuvo fama de poco responsable. Esta es una acusación que se suele hacer cuando en un sistema cicatero y autoritario alguien tiende a rebelarse y no ser sumiso. Y las fotos de alguno de sus cuadros.
Nada más entrar en la exposición me encuentro con un Jesucristo vestido con su habitual “pañal” en actitud sufriente. Pero, ¡Coño!, es un pañal transparente, a través del cual se ve claramente el divino pene.
O sea, Jesucristo en un cuadro del siglo XV enseñando la polla. ¿Así que un pintor poco responsable?
Después ya contemplé la exposición disfrutando de los cuadros de un hombre que, irresponsable o no, seguramente tuvo muchos problemas con lo  “correctamente político” del momento y con la sumisión. Al que le debió costar mucho imponer en su pintura su punto de vista.
En esta muestra hay muchos cuadros religiosos pero muy pocos rostros expresando devoción, arrobo o adoración. Sus rostros son tremendamente emocionales y casi nunca es la felicidad lo que asoma a sus faces. Llaman la atención las posturas y disposiciones de muchos de estos personajes, francamente arriesgadas y provocativas, para la época. Véanse las dos fotos del principio, que son los rostros de los dos ladrones que acompañan a Jesús en la Crucifixión.
Esto junto a una técnica vanguardista en aquel momento en el trato de los colores convierte a este pintor en uno de los más estimulantes que yo haya podido ver de esa época. Un pintor que también te hace pensar que tampoco es que en quinientos años la pintura haya evolucionado tanto. Un pintor que seguramente batalló toda su vida con los meapilas, entreguistas y sumisos del momento que apreciaban su talento pero no su persona Las razones las entreveo. Sólo saber que su mujer fue condenada por actitud judaizante es toda una pista.
Y ahora viene la reflexión sobre la Historia.
Echar un vistazo al pasado no es algo que se pueda hacer “in person”, uno se tiene que guiar por lo que cuentan. Nadie hablaba de los campos de concentración de Franco hasta que una de sus víctimas escribió un libro. Sería una buena manera de conocer la historia oyendo lo que cuentan los vencedores como si uno fuese uno de los derrotados, poniéndole todo el escepticismo del mundo y buscando el contraste.
Si uno lee las gestas de los romanos y se imagina que es uno de los hispanos derrotados y sometidos por ellos, la historia adquiere otro matiz mucho más interesante y esclarecedor. Y alimenta el espíritu inquisitivo.
¿Cuántos Bermejos hay sepultados en nuestra historia?

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