miércoles, 8 de junio de 2016

“Espanya de Merda” de Albert Pla




Cuando me enteré, allá por 1989, de que había un cantautor catalán que había compuesto en catalán una canción que se titulaba “Papa jo vull ser torero” (Papa quiero ser torero), me olí que ahí había algo más. Así que puse mi atención en él. Resulta que había ganado un año antes, en 1988, un concurso de cantautores ¡en Jaén!, cantando en catalán. Así que ya me centré en él. Y hasta hoy. Aún me acuerdo de su actuación en el programa “Un tomb per la vida”, creo que estaba dedicado a Miquel Calçada. Se marcó una canción sobre masturbaciones, follar y salir a tirar la basura que dejo al público epatado por un buen rato. Una actuación que puso en evidencia lo catetos que podemos llegar a ser.
En fin, no recuerdo ninguna presencia suya en la que no haya sentido regocijo e interés. Por ese orden.
Su puesta en escena, en su momento fue una corriente de aire fresco, casi helado, era un grito salvaje de libertad, creatividad y talento. El artista total, desinhibido, al que le importan “tres collons”, que diría él, las criticas, vengan de donde vengan. Original, iconoclasta extremo.
Esa forma tan personal, de ser y de cantar, que le ha traído fama y muchas veces escándalo ha dejado en la penumbra su alta calidad como músico y creador. Un amalgamiento perfecto entre letras y música que muy pocos cantautores consiguen. Porque entre los cantautores españoles, suele suceder que, o la música no tiene color, o la letra ni con sangre entra. O es una ristra de ripios.
En Pla, esa facultad y su sensibilidad para ponerse del lado de los perdedores y llamar “hijos de puta” a los malos si hace falta le ha dado una personalidad única. Nadie como él ha satirizado eso de tener tantos amigos en Facebook y después estar más solo que la una, por ejemplo.
Pero dejemos aquí su trayectoria de cantante, ya que yo he venido aquí para hablar de su libro intitulado “Espanya de Merda”.
Una vez declaró que ser español le daba asco y se armó la de Dios. Más catetismo nacional.
En España es fácil epatar, hay mucha gente dispuesta a llevarse la mano a la boca y poner morritos de escandalizado por nimiedades, y mucha más a ver como normal que el Presidente del Gobierno saliente, antes de irse, coloque a su mujer de alcaldesa de Madrid. O que el Presidente de Gobierno actual envíe un correo electrónico de solidaridad al tesorero de su partido que está en la cárcel por ladrón y continúe en el cargo. Normal. Eso es normal. Sin embargo decir pipi, caca, pedo o contar un chiste sobre judíos. Es inadmisible.
En ese nivel coincido con Albert Pla. España es un país de mierda.
Este libro que cuenta una historia delirante basada en las andanzas de un músico uruguayo por España, a veces narra cosas que suenan a que Pla se ha pasado tres pueblos, otras veces ha dado en el clavo y otras se ha quedado corto, pero siempre mantiene ese tono de surrealismo que si te aderezas la mente con unas cervezas o un canutillo puede suceder que no sepas si lo que lees forma parte del libro o es una noticia de los diarios.
Me estoy acordando del alcalde de Navalcarnero que se gasto dos millones de euros en granito para hacer unas catacumbas en el subsuelo del pueblo, o de Jordi Pujol y familia, o del sindicalista andaluz de la UGT, Juan Lanza, que tenía billetes de 500 euros debajo del colchón o el recién llegado a la troupe de chorizos, Marjaliza, que llegó a comprarse una pluma Mont Blanc que costaba más de 600.000 euros. ¡Supera eso Albert Pla!
Todos ellos tendrían un lugar en este libro.
Esta situación que vivimos en el país está dando para mucho libro satírico porque entre otras cosas reírte y burlarte de algo te libra del impulso de coger una metralleta…. y eso es bueno.
Aunque sería más positivo que en las próximas elecciones votáramos otra cosa……..aunque sólo fuera por probar. Y también que en los próximos decenios empecemos a educar a nuestros niños en vez de adiestrarlos para tirar del carro enganchados al yugo del consumismo…..eso también sería bueno, muy bueno.
Mientras podemos seguir leyendo cuanto libro salga parodiando la realidad pero sin olvidar que hay gente a la que cada vez le cuesta más apreciar estas burlas y siente cada vez más deseos de hacer otra cosa. No se puede estar puteando a la gente siempre. Hay un límite.
No sé si habrá traducción en castellano  de esta osadía pero sería muy recomendable, sabiendo siempre que cuando Albert Pla dice Espanya no dice Albacete ni Cuenca ni Andalucía ni Catalunya si no que dice Mariano Rajoy, Felipe González, los Borbones, los Pujol y toda esa caterva de delincuentes, incapaces y tramposos que ha convertido este país en un verdadero país de mierda. De esa “Espanya de Merda” va este libro. Una vez más, aire fresco y revitalizante por parte de este catalán  que como nadie supo homenajear a la “gordeta del seiscientos” que todos llevamos dentro.
Dada la labor profiláctica de este libro, que después literariamente no vaya a pasar a la Historia de la Literatura es irrelevante.  No todo va a ser obras maestras de la literatura, parodiando a Javier Krahe cuando decía aquello de que “No todo va a ser follar”.
A propósito de Krahe, bonito el homenaje constante y pertinaz del “duro” de pacotilla que es Albert Pla a todos sus compañeros de trajín de estos años. Un sentimental, al fin y al cabo.
Resumiendo, pueden leer el libro o escuchar los telediarios, viene a ser algo muy parecido. Pero que sepan que si compran el libro Pla asegurará un poco más su vejez. Seguro que se está pagando un autónomo de mierda que cuando se jubile no le dará ni para cervezas. Estos músicos……estos románticones sentimentaloides.

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