domingo, 16 de agosto de 2015

La sombra de Naipul de Paul Theroux



Esta es la hsitoria real de una amistad/admiración que empezara como empezara terminó como el Rosario de la Aurora.
V.S. Naipul es un escritor de Isla Trinidad, de origen hindú, galardonado con el Premio Nobel de literatura el año 2001, del que yo no había leído nada hasta fecha reciente, no sé cómo ha podido pasar, pienso, ahora que ya he leído dos novelas suyas, “Media vida” y “Una zona oscura”, novela y libro de viajes respectivamente, y pienso leer más, del que había oído hablar mucho, mal y bien. Lo malo, asociado a su persona y actitudes, y lo bueno, ligado a su talento como escritor. Tiene ahora mismo 83 años.
Paul Theroux, conocido mundialmente por sus libros de viajes, escritor estadounidense, tiene ahora mismo nueve años menos que Naipul,  es el creador de este libro admirable por su honestidad y demostración de cómo uno se puede rendir ante el talento sin perder la perspectiva de cómo es el ser humano que cobija ese talento.
Dos cosas he aprendido en este libro.
Una. Que cuando se cuenta algo que se recuerda, se falsea ineluctablemente. No porque no haya intención de contarlo tal cual, si no porque el que lo cuenta no es ya el que lo experimentó y sí alguien que se transformó con aquello que pasó entre otros sucesos que fueron acaeciendo después. Ejemplo: Un boxeador que cuenta un combate que peleó, ya no cuenta el combate tal como pasó, si no el combate que ganó o perdió pero que le dejó “tocado”. Esto se nota desde la primera frase que Paul Theroux le dedica a V. S. Naipul. Habla de su primer encuentro pero estando presentes todos los años que mantuvieron su amistad, los sinsabores, los deslumbramientos, los apoyos y las humillaciones y el rompimiento de su amistad. Y esto es de agradecer. Porque podía haber mantenido Theroux, en el texto, un distanciamiento artificial para intentar transmitirnos lo más fielmente posible aquello que fue sintiendo a lo largo de su amistad con Naipul y hubiera estado más cerca de lo que realmente pasó. Pero Theroux se rinde desde el principio y se pone a la sombra de Naipul con todas las consecuencias.
Dos. Hay que ser muy honesto y un decidido degustador del talento para no dejar que las miserias humanas propias y ajenas enloden lo que puede brillar en cada uno de nosotros. Theroux, desde el principio, es un rendido admirador de la personalidad literaria de Naipul y eso le costará mucho sufrimiento. E innumerables sinsabores. Que sobrellevará con humildad y entrega, porque estar a la luz del talento de Naipul le compensa.
Esto da como resultado un libro que no tiene parangón en ningún escrito que yo conozca de parecidas características, donde o se lee una rendida pleitesía, en libros gordototes y melosos, como los dedicados a Johann Wolfgang von Goethe o  Samuel Johnson o se esquiva una rivalidad, a veces insultante,  o animadversión latente, en cortos escritos o artículos como aguijones de avispa. No pongo ejemplos, basta poner en el Google, “escritores que hablan mal de escritores”.
Paul Theroux que ha viajado por el mundo entero nos ha dejado su viaje por V.S. Naipul y no ha tenido empalago en, lo mismo que no se extraña y no prejudicia costumbres de culturas ajenas, mostrarnos el paisaje y paisanaje que se mueve dentro de este escritor que ha sido de ninguna parte, nacido en el Caribe de procedencia hindú y educación inglesa, fruto de lo cual su carácter intemperante y frio, ególatra y despectivo. Un carácter que grabado en los años en que somos tierna plastilina, después toda la gloria literaria y todos los premios recibidos y los homenajes dedicados no han contribuido a paliar*.
Igual que en algunos de sus viajes Theroux se puso, en vez de a la sombra de un cocotero/palmera para ver pasar a sus gentes, a la sombra de Naipul para observar sus evoluciones, recibiendo de vez en cuando unos cocotazos que el aguantaba más o menos bien a cambio de los dátiles que también pudo recoger.
Resumiendo un libro modélico, en el que se da ejemplo pleno de toda la complejidad y variedad que puede encerrar eso que llamamos naturaleza humana. Tanto de narrador como de narrado.

*Véase el asombroso paralelismo con J.J. Rousseau, el no Aduanero, en el comportamiento que este tuvo con su compañera de toda la vida y Naipul con su primera esposa.

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