viernes, 22 de marzo de 2019

“Mula” de Clint Eastwood (2019)



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Ya lo veo. Está al caer la película del rodaje en directo de la muerte natural de algún actor famoso, que llegando a sus últimos momentos en esta vida, decida que formen parte del argumento de algún film. Eso o algo parecido. Seguro que ya hay cabezas dándole vueltas al tema. Las últimas películas de Robert Redford y Clint Eastwood así parecen anunciarlo, encaminándose en esa dirección, y no veo razones para que la inventiva del creador se detenga ahí y no de un paso más, un paso más por otra parte con destino muy cierto… ¿Quizás Woody Allen? No sé.
Dicho esto, la película de Eastwood me parece más sólida que la de Redford. Quizás es que el primero tenga más cosas de las que arrepentirse o sea menos pudoroso o sea más reflexivo. Y eso se nota en la historia. La de Redford es más amable, más alejada de la persona y más centrada en el personaje, mientras que Eastwood, sin dejar de lado las referencias al personaje, esa simpática y repetida alusión a James Stewart, es más personal y menos para el escaparate con continuas reflexiones sobre el paso del tiempo del personaje que interpreta y que son indudablemente más reflexiones personales que de guion. Sus bromas sobre las proezas sexuales de un octogenario no dejan de ser un burlarse donde no queda más que impotencia y no sólo sexual.
Y una cosa que ha hecho muy bien y me ha gustado mucho. Nos ha engañado con el final. Donde todo el mundo esperaba un “grantorino”,  él se ha hecho casi un “bergman”.
No es una gran película, hay ciertas irregularidades en el guion y el ritmo no siempre se desliza.
La sala de cine estaba lleno de incondicionales del Eastwood boyante del “spaguettiwestern”, del “alégrameeldía” y del Eastwood intenso de “Mistic River”, para mí su mejor película, que salieron agradablemente sorprendidos de un hombre que desde la última vuelta del camino hace sus reflexiones de la manera que ha hecho siempre, actuando, interpretando.
Siendo un actor eminentemente de carácter hasta se marca unos instantes de actor gestual, emocional y le pone, seguro que en un esfuerzo inhabitual en él, sentimientos a un rostro que siempre hemos visto hierático.
Salí de la película de Redford pensando en la poca necesidad de haberla hecho y salí de esta de Eastwood confortado.
Y no dejo de pensar en una película con “muerte en directo”. Y si no, el tiempo… ¿Quizás Richard Linklater se invente algo? No sé.
¡Ah! Y Clint Eastwood se parece muy poco a James Stewart, ni personalmente ni personajemente. No veo yo al Sr. Stewart de caza-recompensas ni de policía implacable y menos al Sr. Eastwood persiguiendo a Kim Novak tontamente por los puentes de Madison. Vamos, me parece a mí.

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