viernes, 1 de septiembre de 2017

“Pieles” de Eduardo Casanova (2017)



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De todas las alteraciones que el guionista se ha imaginado para esta historia no cabe duda que la de intercambiar la boca por el ano es la más impactante, la más transgresora, la más inquietante.
Y mucho me temo que el eje de la trama, la motivación creadora y el motor de la misma.
El ano que siempre ha sido "last but not least” está teniendo una época de esplendor. Esta parte del cuerpo que siempre ha sido doblemente marginada, por su situación geográfica y por las labores que le ha tocado desempeñar, ahora se está reivindicando. Ya hay personas que se lo afeitan y como órgano que procura placer empieza a ocupar su lugar.
Desde que abandonamos el camino evolutivo que sigue toda especie y nos desviamos por el camino propio que nuestra inteligencia nos ha ido marcando, en cada encrucijada surgen las contradicciones, los sentimientos encontrados y la necesidad de elegir. Esta presencia cada vez más desinhibida del ano entre nosotros es quizás la parte más controvertida de lo que hablaba antes, del hecho de aceptar o no aquello que distorsiona, que pone en entredicho lo que somos, cómo somos y hasta donde estamos dispuestos a aceptar.
Eso de tener alma nos causa enormes problemas.
El mensaje de la película es claro: Hay seres deformes que sufren porque son marginados. Y nos preguntamos: ¿Eso es justo?
A pesar de poder ser tachado de conformista y poco resolutivo seguramente la contestación más equilibrada es: ¡Hay tantas cosas injustas! Y evitar dar clases de moral y amor fraterno que pocas veces resuelven nada.
Ante la presencia de seres deformes, siempre en función de la deformidad, la lucha contra el instinto está asegurada. Lo mismo que ante un ser atractivo y bien formado. En un caso te sale el sentimiento de repugnancia y en el otro el de posesión. En ambas situaciones hay que echar mano del control. Hacerse consciente de “el otro”. Hacer el esfuerzo de aceptación. No debemos ser causa de sufrimiento ajeno, al menos conscientemente.
Este terrible dilema, por enfrentarnos a nuestra naturaleza animal, está muy presente en la película.
Una película muy valiente que nos ha traído de “El hombre elefante” de David Lynch y parecidos films a esta época en la que disfrutamos de más tolerancia pero en la que seguimos sin tener respuestas a muchas cuestiones. Para eso están las historias de esta película. ¿Podemos seguir avanzando? ¿Hasta qué nivel de deformidad puede nuestra humanidad sobreponerse a nuestra naturalidad?
No lo sé, pero empezar a preguntárselo es empezar a tener una respuesta.
Eduardo Casanova respira respeto por los demás y por si mismo, no se ha arredrado ante el tema y para ser su primera película ha salido más que victorioso, como director de cine y como persona de su tiempo.
Lo peor, que en su segunda película muchos estaremos esperando más y mejor. Es lo que tiene haber debutado tan brillantemente.
Antes de dejar al reseña y espoleado por el film, una reflexión,
Que nos repela más un ser humano con tres orejas, la tercera en la frente, que un hombre deshonesto e indecente que nos roba una y otra vez, mintiéndonos, da que pensar. Da que pensar sobre cuál es nuestro nivel de observación y sobre todo nuestro criterio de valoración.

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