martes, 2 de septiembre de 2014

El niño de Daniel Monzón



Vaya por delante que la campaña publicitaria de Telecinco, pasado lo que es normal, es decir hablar de la película favorablemente una vez al día antes de su lanzamiento y una vez cada dos o tres días después, ha resultado indigesta y un pelín contraproducente. Ya se sabe aquello de que de tanto como alaban algo nace la sospecha de que tal vez no sea lo que se dice. Pero claro, como es de la casa y se han puesto dineritos, pues a cargar las tintas. Ya a nadie extraña que en plenos programas de noticias, lo que se llamaba antes el Telediario, se dediquen las cadenas de televisión a alabar sus propios productos. O a ignorarlos cuando no son propios. Porque el día de la presentación de este film, en TVE1, en un reportaje sobre los estrenos de las películas de ese fin de semana se la ignoró totalmente.
¿Dónde queda el respeto por el telespectador? Eso digo yo, ¿Dónde?
Pero vayamos con la película.
En algún medio escrito he leído que era tildada de peliculón. Pues si peliculón es Apocalypse Now, Blade Runner o Terciopelo Azul, El niño no es un peliculón. Es un film de acción, muy bien llevado a término, con un guión respetable y con algunos actores excelentes. A más de darnos una visión de lo que pasa en el Estrecho de Gibraltar, frontera con Marruecos incluida, que llama la atención el que teniéndolo tan cerca sepamos tan poco los españoles que no andamos cerca. Pero eché a faltar unos personajes con más entraña. Luis Tosar hubiera dado para mucho más y el niño para mucho menos. Tanta mirada salvaje y tanta pose lo desvirtuaba como personaje de carne y hueso, sobre todo cuando se enfrentaba a su enamorada, muy intensa y con más humanidad. Tampoco hubiera estado mal profundizar un poco más en los entresijos del puerto. Profundizar no es poner unas escenas de la pesca del atún o unos esquiadores surfistas en la playa. Lo que le hubiera dado a la historia consistencia.
En cuanto a los actores, Luis Tosar se ha puesto a la altura de Javier Bardem y rebasada la frontera de actor secundario de lujo, no tiene límites y el film hubiera ganado si él hubiese sido el pivote sobre el que girase la historia y no el niño. Eduard Fernández y Sergi López, dos lujos para la película. La naturalidad de Sergi López interpretando es toda una lección de sumersión en un personaje. Los trozos de él y Luis Tosar, estupendos. Los segundos finales en la playa entre Eduard Fernández y Luis Tosar, miraditas van y vienen, antológicos.
Barbara Lennie y Mariem Bachir, correctas en su papel de relleno en un mundo de hombres.
El compi, un poco excesivo, parecía sacado de Aida.
El atractivo de Jesús Castro no sale bien parado al lado de los tres actores que le rondan toda la película. Si quiere ganarse la vida de actor, deberá ponerse a estudiar. Si quiere ser actor, claro. Si sólo quiere hacer películas no hace falta.  Ver las pelis de Paul Newman y Robert Redford le ayudaría. O de Brad Pitt.
Pasé un buen rato. Me gustó mucho el plano de las grúas bailoteando en el muelle, conteiner para acá, conteiner para allá. Siempre son estimulantes unas imágenes de los pueblos marroquís y sobre todo agradecí mucho el final: Real como la vida misma.
Daniel Monzón no ha podido mantener el nivel de Celda 211. La tensión dramática tan bien llevada en aquella película aquí es irregular a pesar de tanta persecución. En Celda 211 la línea narrativa estaba marcada por el escenario y los personajes. En esta película al abrirse el escenario y ampliarse los personajes con sus diversas vicisitudes, la historia no es ni de uno ni de otro y tampoco es de todos. Se ha llamado El niño pero se podía haber llamado Estrecho.
Vamos, es mi modesta opinión.

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