La Ciudad de
las Estrellas. La La Land de Damien
Chazelle (2017)
Estoy dispuesto a admitir casi todo, que los actores son grandes
intérpretes, que lo son, sobre todo ella, y han hecho un esfuerzo tremendo para
poder estar a la altura en los números musicales y de baile, que hasta cantan
bien, que las composiciones musicales tienen gran calidad, lo de la
originalidad lo dudo, que las coreografías están muy trabajadas, lo de la
originalidad “ídem, eadem, ídem”, que los efectos especiales son
tremendos, que los diálogos son chispeantes y el ingenio reina por doquier, que
la fotografía es deslumbrante, que hay un mensaje positivo y optimista en la
historia de que en la vida uno debe perseguir su sueño hasta el final, de que
los malos nunca se salen con la suya, porque me imagino que habrá malos, y no
sé cuantas cosas más que puedan darle valor a un film.
Pero no voy a ir al cine para ver la clásica
historia de dos seres que persiguiendo su sueño, se encuentran y se enamoran
perdidamente el uno del otro, deben luchar contra las inclemencias del resto de
los seres humanos, salvo los amigos incondicionales, grises y anegados que ya
que no pueden ellos, que lo haga su amigo/a del alma, deprimirse, pensar en
abandonar y después animarse mutuamente y tener fe el uno en el otro hasta
llegar al triunfo final, o no, que puede ser que el guionista o el director en
un rapto de conciencia final opte por convertirlos en fracasados de regreso al
hogar pero juntos para poner una granja o algo por el estilo para ser felices
para siempre y comer perdices y criar un par de hijos y que alguno de ellos de
aquí a unos años vaya a la Ciudad de las Estrella. La la land (tela marinera)
en busca del triunfo
Por eso no iré a verla. Y es que la industria
cinematográfica es muy aburrida. A no confundirla con el arte cinematográfico. Tienen
el mismo ADN pero…
Igual me equivoco, pero en ello llevo mi
castigo.
Y es que los que tenemos cierta edad ya no
estamos para hostias.
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