jueves, 8 de junio de 2017

"Las confesiones" de Roberto Andò (2017)



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Se ve claramente cuál es la intención de la película y quizás sea por eso que se ve todavía con más nitidez el fracaso de la misma. Los primeros planos que, cargados de solemnidad e intensidad, presagian unos diálogos inteligentes, sugerentes, ocurrentes, reveladores terminan siendo el embalaje brillante de... nada. Todo lo que se dice en la película es manido, tópico, mil veces escuchado y el plan del que se dice que podría ocasionar una catástrofe a nivel mundial tiene menos solidez que un plan de Mortadelo Y Filemón. De hecho Mortadelo y Filemón pululando por la cinta no hubieran quedado mal, hubieran contribuido a convertir la peli en una parodia, con lo que yo creo que hubiera salido mejor parada. Mejor un film de humor casposo que una reflexión de andar por casa de los tejemanejes del poder financiero.
Esta reunión de hombres- todopoderosos, nada menos que el G8, en una villa lujosa al borde del mar acompañados de un músico, lo de paseando por el lado salvaje de la vida no tiene precio, una escritora y un monje, se dice que para hacer más cercano el FMI a la población, de risa, hubiera necesitado de un texto poderoso, con contenido, con reflexión, con sustancia, dicho por unos personajes creíbles y bien construidos y no por unas caricaturas que más bien parecen a punto de explotar en una comedia de enredo que sobrevivir en un drama sobre el enfrentamiento entre el poder económico y su verdadera capacidad para gobernar el mundo.
Ver al monje discurrir por la película sólo tiene el atractivo de ver a Toni Servillo, magnífico en la creación del personaje, en su papel de monje despojado de toda ambición terrenal y de montarse uno su propia historia pensando que este monje se ha equivocado de cinta y anda por el hotel, pensativo y ensimismado, pensando donde estará su verdadera película. Porque hay dos , la que vemos, un despropósito de guión, construcción de personajes y texto, y la que Servillo tenía pensado interpretar y que pese a todo lleva a cabo, aunque no casa para nada con lo que sucede a su alrededor. Un pingüino no hubiera estado más fuera de lugar. Tanto es así que termina haciendo un “pequeño saltamontes” al final de la película.
Luego hay momentos “álgidos” del film en los que no sabes si el director te está tomando el pelo o es que no hay para más. Porque viendo uno al director del FMI, personaje, no deja de acordarse de Rodrigo Rato, corrupto tenaz, de Dominique Gaston André Strauss-Kahn, perseguidor de mujeres de la limpieza en hoteles de lujo o al actual Christine Lagarde, tan puesta ella y tan amigas de sus amigos, y claro no sabes de donde ha salido este colega cinematográfico de estos elementos tan reales y terrenales, si se pretende hacer una caricatura, si es una parodia o pretende con la hagiografía iniciar un lavado del cargo y hay detrás una fuerte financiación del citado organismo. Está lo de los pájaros, lo del perro, lo del baño onírico, esotérico del monje, el ojo de la cerradura, la fórmula mágica. En fin, un thriller, dicen. En todo caso un thriller ridículo.
En fin una película para olvidar que al ser clasificada como thriller se ha hecho lo mismo que cuando ante algo de difícil catalogación terminas diciendo que es una “cosa”. Pues eso que esta película es una cosa cinematográfica de la que me gustaría saber qué opinión tiene Toni Servillo.
¿Y las dos escenas entre el monje y el perro? Hablan de un agotamiento imaginativo y una derrota de guion y dirección alarmante.
O todo ha sido culpa del montador, porque la intención era buena.
¡Ah, sí! Se me olvidaba, que la historia va de las dudas del poder financiero entre lo que hace y lo que debería hacer, moral en ristre. Algo increíble “per se” que esta proyección no contribuye a hacer verosímil ni nada por el estilo.
Una película ridículamente pretenciosa.

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