lunes, 2 de octubre de 2017

“Hodet over vannet” de Nils Gaup (1993)




 Antes de entrar en los aspectos cinematográficos, una puntualización sobre el poder de los más fuertes y las injusticias consiguientes. De esta película se hizo un remake tres años después en los USA, con Cameron Díaz y Harvey Keitel, y ahora el porcentaje referencial en internet es de 10 a 90, respectivamente, o sea que la película americana se ha comido a aquella a la que copia y de la que mama. Sin motivo ni razón artística, pues el remake, sin ser malo, no supera el original.
Y ahora el lío de las traducciones de los títulos de las pelis. Esta historia es una tragicomedia de origen noruego que como bien se ve la traducción literal sería “la cabeza sobre el agua”, pero que aquí en España, después de verla, le hubiera venido mejor el título de “A flote” o “Con el agua al cuello”. Pero teniendo en cuenta que en Italia se llamó “Agua profunda” y el remake del que hablo arriba, “Solamente se vive una vez”, pues la cosa podía haber sido peor.
Propongo que viviendo en la época en que vivimos en que los traductores “on line” abundan como setas, los títulos mantengan su original, y lo de no doblarlas ya lo vayamos preparando para el siglo XXII. Así conseguiremos ver las películas tal y como pretende el director y además aprenderemos idiomas. Y leeremos. Todo, ventajas.
Entretenidísima historia que como todo buenísimo espectáculo no pierde ni un momento el ritmo y va de un simple y tranquilo periodo de vacaciones a un crescendo final con suspense por el camino que nos deja pensando: ¿Pero ya ha pasado una hora y pico?  Que es lo mejor que le puede pasar a un espectáculo.
Este thriller tragicómico tiene un guión acertado y unas interpretaciones naturales y equilibradas que uno valora todavía más si ha visto el remake, como cuando bebes un vino bueno y a continuación uno menos bueno, repito el remake es aceptable, que lo valoras más y mejor. Por eso de la comparación.
En el remake Díaz, Keitel están bien, muy profesionales, demasiado profesionales. ¿Saben ese encanto de los aficionados cuando brillan?  Y no quiero llamar aficionados a los actores noruegos, quiero llamarles naturales, sin divismos, ni histrionismos. Me explico. Si uno quiere ver una historia relamida, barroca, llena de arabescos, el remake. Si uno quiere una historia sabrosa, espontanea, con gusto a la tierra, el original.
Viene esto a que hacía ya muchos años que yo había visto la original y guardaba un recuerdo gratísimo de la peli. Al ver el remake, noté eso que decía, y volví a ver el original. No hay comparación. Una buena historia no necesita del preciosismo, la explicitación hasta el hartazgo y los paisajes tan bonitos que distraigan de la historia.
Si uno gusta de los jardines relamidos ingleses, el remake. Si uno del campo salvaje, natural y con olores fragantes, la película noruega.
Yo asome por el remake y salí trasquilado. Así que volví a las fuentes. Lo de siempre, vaya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario