Antes de
entrar en los aspectos cinematográficos, una puntualización sobre el poder de
los más fuertes y las injusticias consiguientes. De esta película se hizo un
remake tres años después en los USA, con Cameron Díaz y Harvey Keitel, y ahora
el porcentaje referencial en internet es de 10 a 90, respectivamente, o sea que
la película americana se ha comido a aquella a la que copia y de la que mama.
Sin motivo ni razón artística, pues el remake, sin ser malo, no supera el
original.
Y
ahora el lío de las traducciones de los títulos de las pelis. Esta historia es
una tragicomedia de origen noruego que como bien se ve la traducción literal
sería “la cabeza sobre el agua”, pero que aquí en España, después de verla, le
hubiera venido mejor el título de “A flote” o “Con el agua al cuello”. Pero
teniendo en cuenta que en Italia se llamó “Agua profunda” y el remake del que
hablo arriba, “Solamente se vive una vez”, pues la cosa podía haber sido peor.
Propongo
que viviendo en la época en que vivimos en que los traductores “on line”
abundan como setas, los títulos mantengan su original, y lo de no doblarlas ya
lo vayamos preparando para el siglo XXII. Así conseguiremos ver las películas
tal y como pretende el director y además aprenderemos idiomas. Y leeremos. Todo,
ventajas.
Entretenidísima
historia que como todo buenísimo espectáculo no pierde ni un momento el ritmo y
va de un simple y tranquilo periodo de vacaciones a un crescendo final con
suspense por el camino que nos deja pensando: ¿Pero ya ha pasado una hora y
pico? Que es lo mejor que le puede pasar
a un espectáculo.
Este
thriller tragicómico tiene un guión acertado y unas interpretaciones naturales
y equilibradas que uno valora todavía más si ha visto el remake, como cuando
bebes un vino bueno y a continuación uno menos bueno, repito el remake es
aceptable, que lo valoras más y mejor. Por eso de la comparación.
En el
remake Díaz, Keitel están bien, muy profesionales, demasiado profesionales.
¿Saben ese encanto de los aficionados cuando brillan? Y no quiero llamar aficionados a los actores
noruegos, quiero llamarles naturales, sin divismos, ni histrionismos. Me
explico. Si uno quiere ver una historia relamida, barroca, llena de arabescos,
el remake. Si uno quiere una historia sabrosa, espontanea, con gusto a la
tierra, el original.
Viene
esto a que hacía ya muchos años que yo había visto la original y guardaba un
recuerdo gratísimo de la peli. Al ver el remake, noté eso que decía, y volví a
ver el original. No hay comparación. Una buena historia no necesita del
preciosismo, la explicitación hasta el hartazgo y los paisajes tan bonitos que
distraigan de la historia.
Si uno
gusta de los jardines relamidos ingleses, el remake. Si uno del campo salvaje,
natural y con olores fragantes, la película noruega.
Yo
asome por el remake y salí trasquilado. Así que volví a las fuentes. Lo de
siempre, vaya.
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