Con el subtítulo de “Un viaje por la narrativa de los siglos
XX y XXI”
Cometí la equivocación de pensar que era un inventario de
los narradores europeos a los que las diferentes fronteras habían alimentado en
su trayectoria creativa, del siglo XX y XXI, y no, es el viaje de Mercedes
Monmany, que como todos los viajes, por las fronteras que a ella le han
parecido bien, que tiene su derecho, es injusto, parcial e interesado……….
Empezando por la presencia de Claudio Magris que le escribe
a la autora un laudatorio prólogo y que en compensación tiene una presencia
profusa en todo el texto, pues lo menciona por una u otra razón más que a
ningún otro autor. Que no digo que no lo merezca pero igual tenía que haber sido
un poco más comedida. Además le dedica una entrada sólo para él. Una entrada
que tiene treinta y nueve páginas mientras, que por ejemplo, la de Fernando
Pessoa tiene tres. Sin comentarios.
También es prolijo y un poco agobiante el trato dado al
asunto del Holocausto y toda la literatura que ha generado que no ha sido poca
y en muchísimos casos de una gran calidad, pero no hubiera estado de más el
haber compensado este bombardeo con las otras tragedias sucedidas en Europa en
el siglo XX y XXI. Que han sido varias.
A las que apenas se ha asomado.
Así que decido mirar el libro desde dos perspectivas
diferentes.
Primero, como un viaje objetivo por las literaturas que han
sufrido la creación de fronteras, las más de las veces trágicas y casi nunca deseadas,
y de las que muchas veces han salido los temas y los motivos.
Desde esa perspectiva lo primero que me salta a la mente es:
¿Dónde están las literaturas españolas? ¿Y la guerra civil creadora de una
frontera hoy no absolutamente borrada? Y si no, ahí están las cunetas llenas de
cadáveres injustamente fusilados y sin reconocimiento oficial.
Y además a nadie se le oculta lo fronteriza que es la
literatura catalana, la gallega, la valenciana y la vasca en el mismo país al
que pertenecen. O lo fronterizo que algunos escritores están llegando a ser, en
castellano, en algunas de las llamadas comunidades históricas. Me viene a
menudo al pensamiento la sorpresa tan tremenda que se van a llevar algunos
catalanes si llegan a darle el Nobel a Juan Marsé y se enteran entonces de que
vive en Barcelona y es uno de los autores que mejor ha contado la Barcelona
mestiza y charnega de los setenta y que ahora está sedimentada en la catalanidad
se quiera o no se quiera.
Pues no están.
Que dije yo, eso es porque Mercedes Monmany piensa que
Europa se acaba en los Pirineos, pero no, porque está Portugal. Claro que al
ver que en llegando a Portugal se desparrama por los escritores en portugués de
las colonias de África y Sudamérica también pensé que a Mercedes Monmany le
entró el canguelo al pensar en nuestras literaturas y después echarle un
vistazo al enorme silo de literatura que representan nuestras colonias, cosa
explicable. Y se dijo, no acabaré nunca si tengo que hincarle el diente a toda
Sudamérica.
O a lo mejor es que está pensando en hacer un volumen sólo
para estas literaturas tan fronterizas.
O a lo peor es que ha dicho, mejor no me creo enemigos pues
aunque quiera ser justa siempre va a haber quejas. Mejor, como dice el
carterista, trabajar lejos de casa. Y pasó del asunto. Una pena.
Porque igual que está Boris Vian podía haber estado Eduardo
Mendoza.
O igual que Pierre Michon o Philippe Delerme, Enrique Vila-Matas.
O igual que Jean Genet, Juan Goytisolo, nuestro fronterizo
vivo de varias fronteras por excelencia.
O igual que Colette, Juan Marsé.
O igual que Batya Gur, Manuel Vázquez Montalbán que murió
lejos de su tierra como últimamente le habían hecho sentir los esencialistas de
la catalanidad, sea eso lo que sea.
O sea una enorme y lamentable ausencia.
No digo nada de la cantidad de exiliados que parió esta
santa patria después del 39. Pa qué.
Dejando ya de lado esa ausencia, a la hora de tratar Israel
se olvida de Palestina. Se ve que Los judíos sí son europeos y los árabes de Palestina,
no. Pero es que además afirma de Israel, país anexionista a costa de los
palestinos que en unos años no tendrán donde caerse muertos, que es lo que más
hacen desde hace unos lustros, que es “Una tierra y una democracia firmemente
asentada”. No sé si Mercedes Monmany es judía ortodoxa, para nada rothiana o
alleniana, pero tiene todas las trazas.
Segundo, como un viaje subjetivo.
Llega un amigo y te cuenta que ha estado por Europa. Cuando le
preguntas por Nôtre Dame de Paris, las esculturas de Miguel Ángel o las calles
de Florencia, te dice que no pudo, que no tuvo tiempo. Lo lamentas por él. Y
cuanto te dice que va a escribir un libro sobre el viaje no puedes por menos de
decirle que es muy libre de hacer lo que quiera pero que si quiere escribir un
libro completo igual debería volver a hacer el viaje, pues se ha olvidado de ver
algunas cosas. Ya sé que no se puede ver todo pero si lo más importante e igual
no ver otras cosas más normalitas aunque tengamos amistades allí.
Por eso creo que humildemente Mercedes Monmany debería hacer
un repaso a su viaje en el que hay precipitaciones y olvidos escandalosos. Y si
necesita asesorarse que lo haga, por el bien del proyecto.
Pues han quedado olvidados Alberto Moravia, Louis-Ferdinand
Céline, George Simenon, Heinrich Boll, Irvine Welsh, Alan Bennett, Friedrich
Dúrrenmatt, Vladimir Nabokov, Charles Ferdinand Ramuz, Elfriede Jelinek, Robert
Walser, Hermann Broch, Hermann Hesse, Thomas Bernhard y etc., etc. Ausencias
que me han venido a la mente mientras iba leyendo… sin ánimo de hacer sangre y
sin esforzarme en investigar.
Ausencias por otro lado que no son olvidos pues a algunos de
ellos los menciona varias veces… de pasada…algo inexplicable, porque es que
algunos de ellos no es que sean sus libros productos fronterizos si no que
algunos de ellos son fronterizos en su mismidad…Robert Walser, por ejemplo. En
fin.
Luego ya en el aspecto formal me permito poner en evidencia
la precipitación que se huele cuando en algunas entradas con varios capítulos
se ve la repetición y la falta de revisión de los textos al leer reiteraciones
e insistencias sobre temas y asuntos tratados en el párrafo anterior. O sea un
corto y pego evidente. Por ejemplo la entrada dedicada a Lampedusa.
De la novela de Fleur Jaeggy, “Los hermosos años del
castigo” se puede leer también algo más pero como “Los beatos años del
castigo”.
En el orden está Bufalino antes que Brancanti.
Boris Vian escribió una obra que se llama “Con las mujeres
no hay manera”. A veces hay museos o monumentos que tienen obras o detalles que
no nos gustan pero que si queremos ser objetivos e informar, no debemos
obviarlos.
La entrada dedicada a Mia Couto, escritor mozambiqueño, y
José Eduardo Agualasa, escritor congoleño, se intitula “Mia Couto y Agualasa”…
que no se qué pensará el Sr. Agualasa… que te emparejen pase, pero que además
te pongan como compinche, no sé… que estos escritores algunas veces son muy
puntillosos.
Dicho esto, con el ánimo de que en próximas ediciones el
libro mejore, todo mi agradecimiento a Mercedes Monmany por el enorme trabajo
realizado, que los lectores impenitentes disfrutaremos indudablemente y que a
los ratones de biblioteca servirá para roer durante un tiempo. Yo mismo me he
apuntado una buena docena de escritores que no conocía o que si conocía no
había leído, pero que ahora al leer su entrada correspondiente, el apetito se me ha despertado.
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