viernes, 8 de enero de 2016

Steve Jobs de Danny Boyle (2015)



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Las prisas. Aún están calientes sus cenizas, pululan por ahí todo tipo de aparatos electrónicos inventados por él o su empresa y ya hay libros, pelis, reportajes, pines, camisetas, calzoncillos y vaya usted a saber qué más con su nombre y teniendo como único objetivo el de hacer caja y, claro, eso no es bueno. Pero a ver quién es el guapo que mantiene la calma y se pone a trabajar en una cosa que tenga que ver con este personaje para, digamos, ponerla ante la luz pública dentro de dos lustros.
¡A saber qué y cuántas cosas habrán pasado en estos años!
¿Steve Jobs? ¿Quién es ése?
Este apresuramiento, esta falta de maduración, en la realización de este film, pues se nota bastante. O sea, otro producto verde. Con poco sabor, un olor muy artificial y un sabor fragmentario.
Pero habría que separar la cuestión meramente técnica de la realización de la historia, de lo que en ella se cuenta, para no mezclar churras con merinas y hacer una confusa valoración de la película.
Que con una buena interpretación y dirección de actores no está todo hecho se nota mucho en esta película. Pues aunque Michael Fassbender hace una interpretación muy sólida del personaje, y el contrapunto de una excelente Kate Winslet, arropada por toda esa caterva de actores secundarios estupendos que ya es marca del cine americano, nutren la pantalla, sin embargo uno no deja de tener la sensación de que la historia que está viendo está siendo narrada para espectadores avisados que ya saben de qué va todo. Y es que me parece que es el guión lo que hace que esta película no transmita en ningún momento ese fervor, esa admiración, ese delirio que el portentoso personaje que fue este visionario de los nuevos tiempos informáticos despertó en vida. Y eso que los diálogos son abundantes y chispeantes.
Sí, ya sé, que casi todo el mundo está avisado, casi todo el mundo ha tenido algún aparato con la correspondiente manzana pegada, pero creo que una obra que pretende reflejar el poderío de un personaje, su personalidad, sus complejas creencias debe ser un todo en sí, sin dejar nada al azar de una época en la que parece que todo el mundo está al tanto de todo lo que pasa o al menos a oído hablar de ello.
Este guión, partido en tres capítulos:
 El primer intento Mac, la idea de hacer algo cerrado cuando con Microsoft a la cabeza la corriente era hacer algo abierto que todo el mundo pudiese trastear, daba para mucha reflexión y simbología y se queda en un quiero y no puedo, en un inexplicable fracaso que no contribuye a fortalecer la visión del personaje en nada. Ocasión desaprovechada.
El segundo, el Next, con esa obsesión por el cubo que simboliza el control a costa de todo para seguir construyendo el personaje no da para mucho.
El tercero. Por fin el iMac, que no dejo de ser sino el pastel cuya guinda fue el iPod y…y bueno, ya todo es historia y continuará siéndolo viendo las tiendas de Apple llenas de gente pululando por ellas y adorando sus productos como si reliquias religiosas fuesen.
Bueno pues esta forma de compartimentar el guión me recuerda a la manera que teníamos en el colegio los dibujantes poco dotados cuando ante un objeto complejo cuadriculábamos la página e íbamos haciendo cuadro por cuadro. Así, esta película se ha quedado en tres cuadriculas rellenas. Las otras: Cómo empezó, la relación con sus padres adoptivos, cómo localizo a sus padres naturales, qué pasó para ser abandonado, el nacimiento del Ipod, La llegada del Iphone, la evolución del personaje y de la persona……demasiadas cuadrículas.
O sea, no se ha podido con tanto personaje, o hay guardadas cuadrículas para otras pelis… que todo podría ser. Steve Jobs como manantial inagotable… que se suma a tantos otros manantiales ya secos pero de inagotable rentabilidad.
Y una cuestión secundaria al film: Al paso que vamos la música de Bob Dylan lleva camino de convertirse en esa patina dorada, en ese añadido siempre eficaz, en ese socorrido acabado que nunca falla y le añade a lo que toca su calidad de imperecedero. Empieza a estar muy visto y oído.
Titular la película “Un fragmento de Steve Jobs” hubiera estado bien.

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