Me enteré que había una
Zoolander 1 y que era de culto, al aparecer Zoolander 2. Y es que Ben Stiller y
yo no frecuentamos las mismas películas. El humor, yo, a Ben Stiller no se lo
veo por ningún lado. Ese humor burdo, grueso, zafio… no es humor, es payasada y
casi nunca graciosa. Así que lo primero que voy a hacer es explicar cómo tuve
que ver la película, algo que en condiciones normales nunca hubiera sucedido. Y
ya después, si eso, hablo de ella mismamente.
Una tarde tomando cervezas y
hablando con unos amigos de ir al cine salió esta película a colación y yo
ufano dije,
-Yo no voy a verla así que me
maten.
Y claro, como los padres te los
asigna Dios y los amigos, el diablo, al hacer yo esta declaración tan sobrada, originé el despertar de unas
fuerzas imparables muy nuestras, de los españoles, que además me eligieron como
objetivo de su poder.
Pasa muy a menudo que dices amablemente,
-Podemos escalar mañana esa
montaña.
Y nadie te hace caso. Pero si
dices,
-¡A que no hay huevos de escalar
esa montaña!.
Al día siguiente, a primera hora,
tienes un equipo de gente más que dispuesta. Sin porteadores, sin agua, sin planos,
sin camprones, sin GPS, sin mosquetones, sin comida pero como muchos huevos.
Unas fuerzas que se pusieron en
marcha inmediatamente después de hacer mi declaración y que como luego supe empezaron
a actuar al rato. Para pescarme.
Y para pescar algo lo mejor es
un cebo. Y como somos amigos pues al día siguiente estábamos en un café y me
presentaron a una chica. Que como no me di cuenta de todo enseguida queda
explicado por el hecho de que ella se quedó prendada de mí al instante y al
instante su aspecto físico enturbió
todas mis defensas o entendederas, como prefiera el lector.
Si además les digo que a la
segunda frase ya había manifestado su
afición por el cine y a la tercera que le encantaría ver Zoolander 2 pues la
primera le había parecido divertidísima y que le apetecería ir conmigo a verla
y que yo no caí, dirán ustedes, éste es idiota. Idiota no, pero yo ya estaba en
otro lugar, con otros pensamientos.
Así que ahí estaba con Caterina,
dijo que se llamaba, sentado en el cine y comiendo palomitas con ansia para que cuando empezase la
película ya pudiera disponer de mis dos manos. Ni por la cabeza se me había
pasado verla. Ni la película ni nada. Sólo tocar.
Se apagaron las luces y se oía
una persecución en la pantalla, cuando yo ya estaba entregado a mi propia
historia. Pero no,
-Oye para, yo esto ya no lo hago
en estos sitios. Si quieres ahora vemos la peli y luego lo que quieras.
La miré. No vi más que el
contorno difuso de su rostro que ya no me miraba. Estaba embobada con la peli y
descojonándose de risa. Gire mi vista hacia la pantalla. Justin Biber. Haciendo
morritos. Imposible. ¿De qué iba esto? Mis dispositivos de autodefensa se
dispararon.
Y ahí me ausenté, entre en una
especie de navegación con piloto automático, como autodefensa de las meninges,
que me permitía estar y no estar, a la vez, en la sala. O sea, para que me
entiendan. Imagínense a un león tumbado a la bartola. Pasa una berenjena
haciéndose la interesante. Al león se la suda. Pues a mí con la peli lo mismo.
De vez en cuando tenía como sobresaltos espasmódicos, creía ver a Susan Sarandon, a Sting, a John Malkovich, a Lewis Hamilton, a ¡Willie
Nelson!…un disparate. Pensé que los parámetros de la navegación automática
estaban desajustados y sufría interferencias. O que la presencia de Caterina,
tan cerca y tan lejos, me producía alteraciones. Un sin vivir.
Supe que había
terminado la película porque nada más acabarse alguien me toco el hombro y me
dijo,
-¡Traidor!, ¿O
sea que ni muerto venias a ver la película?
Mire hacia
atrás y allí estaba toda la pandilla riéndose. Uno le dio un billete de 50
euros a otro. Miré a Caterina,
-Ahora
iremos a mi casa, ¿no?
-Claro
cariño, previo pago de 200 euros- y me guiño el ojo la muy ladina.
Así que sólo
pude decir una cosa,
-¡Cabrones!
Caterina se
despidió y nosotros nos fuimos a tomar una cerveza.
-A ver,
hablando ya en serio, ¿A vosotros os parece que era necesario venir a ver esta
película para sacar ideas de qué chorradas hacer en la carroza, en el próximo
carnaval?.
-Hombre,
cosas hay, la vestimenta, algún decorado, algún maquillaje. Con tanta gilipollez
siempre hay algo de provecho- comento el más entendido.
No sabía qué
decir.
-¿Y Penélope
Cruz, que os ha parecido?- pregunto alguien.
-Más
cachondeo no, ¿Eh?- me rebelé- Penélope Cruz no trabajaba en esta película. Esa
no me la coláis.
Y ya cada uno
nos fuimos a nuestra casa.
De la peli,
¿Qué puedo decir? No mucho. Que si no hay una Caterina, o un Caterino, si no te
drogan y te llevan a la fuerza, si no te emborrachas y pierdes el control o si
no te ponen una pistola en el pecho y te obligan a ir a verla….que cada uno
haga lo que quiera. Pero si luego has de dar tu opinión vigila que no te estén
grabando. Que ahora se graba de todo. Hasta películas como ésta. Y es que ya no
se respeta nada.
Que digo yo
que a ver si en vez de película de
culto…decían película de culo. Que todo puede ser.
Adenda 1. Tras
un sueño intranquilo:
No pude
descansar bien tras la visión de la película. No sé por qué, si por la
oportunidad perdida que supuso Caterina o por la burla de mis amigos, pero tuve
una pesadilla en la que estaba encadenado y Ben Stiller me decía,
-No hay
excusa, si has visto la 2 tienes que ver la 1.
Y se dirigía
hacia un aparato reproductor. Me había sujetado los párpados con pinzas.
Y yo,
gritando,
-No, no,
antes despelléjame, córtame a pedacitos poco a poco… ¡Piedad!¡Socorro!
Me desperté
sudando. Ese mismo día firmé un compromiso conmigo mismo, ante notario. De
manera que si voy a ver la 1 sin ser forzado, raptado, drogado, emborrachado, o con Cateria, se me corten los atributos sin anestesia.
Adenda 2.
Ben Stiller en unas declaraciones: “Esta película lleva mucho tiempo
cociéndose”. Pues a ver si va a ser eso. Y se ha pasado o pegado o secado o
quemado…total que ha quedado para tirarla.
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