Lo más sobresaliente de esta película, para
el espectador medio, es enterarse de que en Bulgaria también hacen cine y de
que el ser humano allí posee las mismas virtudes y defectos que aquí.
Me gustaría saber a mí la atención que esta
película habría recibido de ser de producción española. Pero como es búlgara.
Quien dice búlgara, dice turca, afgana, iraní o esquimal… que sea exótico.
Rodaje lento, cámara vacilante, así en plan aficionado y planos eternos. Poco
dialogo, no vayamos a decir tonterías. En boca cerrada no entran moscas.
Hay películas excelentes, españolas, que ni
salen a las salas de cine, y sin embargo nos desvivimos por mediocridades
llegadas de lejanas tierras. Lo que se llama ser provinciano. Todo lo de la
ciudad es bueno, todo lo ajeno es mejor. Y si llega de países maltratados, el
acabose. Confundimos solidaridad con exigencia artística.
Fui a verla acuciado por la lista de premios
que había recibido y por las dos frases escuetas y simples del cartel:
“impresionantes interpretaciones” y “Una lección de cámara y montaje”.
Creo, modestamente, que el crítico que afirma
“impresionantes interpretaciones” confunde interpretar con representar. Pues es
difícil que un hombre barbudo, con gorra, más estático que un espantapájaros y
tartamudo, sin apenas frases, pueda interpretar nada, transmitir nada. Eso sí,
representar mucho. De hecho es lo que es en la película: La representación del
humilde obrero, burlado, estafado y explotado en la sociedad poscomunista
búlgara. Más teatro que cine. En cuanto a los demás actores, me han dejado
bastante frío y eso que le he puesto ganas.
Lo de la lección de cámara y montaje, pues
bueno. Empiezan a estar muy visto esos montajes que buscan la semejanza con el
aficionado, buscando la espontaneidad y la frescura, quizás debido al
abaratamiento de costes o quizás cumpliendo las sagradas reglas de lo directo.
A mí me parece que son estrategias muy respetables pero que al artista lo
merman. Es como si corrieses los cien metros y tuviese que hacerlo de
espaldas. Así no hay manera de bajar de
los diez segundos.
No hay en el film originalidad, nada de
creatividad, situaciones mil veces vistas y un final millones veces sugerido.
Ninguna razón para que ande por nuestras salas mientras algunas nuestras no
pueden ver el Sol. Repito, provincianismo. Lo de los premios, ellos sabrán.
Lo del juego de palabras del título, que los
sospecho, queda perdido en la traducción. Vaya por Dios.
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