jueves, 9 de noviembre de 2017

“Un final made in Hollywood” de Woody Allen (2002)



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Dices, voy a ver una película de Woody Allen y sucede que unas veces sí es “una de Woody Allen” y otras veces, no. A ver, de Woody Allen son todas las películas que él dirige pero no todas llevan la marca que le ha hecho  indispensable en la historia del cine. Ahora me entenderán. La que hizo sobre Barcelona o sobre el lado del que cae la pelota, pues son suyas pero no. Sin embargo “Balas sobre Broadway” es suya pero sí, del todo.
Pues bueno, esta es una de las que sí pero sí. Una gozada.
Aventuro un disparador creativo para esta película de Allen. Un día se le ocurre la idea de que un director de cine se queda ciego y en esas circunstancias rueda una película. Y ya no pudo parar. Era una idea fantástica y muy en la línea de su disparatado humor. Y la hizo. Para gozo y disfrute del mundo entero.
A las películas de Woody Allen en las que él es protagonista les pasa lo mismo que le pasaba a las películas de Charlie Chaplin. Sabias de qué iba pero ibas a verlas porque te mondabas. Con Woody Allen no sólo te mondas sino que además degustas esa demoledora ironía que empieza por ponerse en solfa a él y termina haciéndolo con el mundo entero.
La escena del restaurante en el que se encuentra con su exmujer después de unos cuantos años, en la que intenta mantener el tipo y hacerse el duro, es antológica. Son unos minutos de interpretación y dialogo brillante, con ese personaje malévolo, humano y a la vez tierno que él siempre ha bordado.
Los dobles sentidos, los malentendidos, las peticiones descabalgadas de toda lógica nos traen al genuino Woody Allen de “Balas sobre Broadway” o “Asesinato en Manhattan”. Hay escenas de humor visual, de humor textual, de humor de circunstancias… cualquier escena es apropiada para poner un poco de salsa “woodyalleniana”
La excusa de la ceguera le viene que ni pintiparada para acusar de ciegos y necios a muchos de las personas que se mueven alrededor del mundo del cine y por ende del mundo del arte. No sé muy bien como se tomaron en su día los franceses la moraleja que parece desprenderse del film a pesar de su “savoir faire”.
Nadie como Woody Allen ha dado estopa a diestro y siniestro a todos y cada uno de los oficios que rodean a la industria del cine y mírenlo ahí sigue, que cada vez que se rumorea que va hacer a una película hasta los de la iluminación se ofrecen gratis. No digamos los traductores. Porque a Woody le puede pasar de todo.

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