Hemos llegado tarde, el cine español, digo, a
esto de los thrilleres y las películas de acción pero hemos llegado con mucho
garbo y mucho oficio. Una pena, pero se hacen las cosas cuando se pueden, así
que no nos lamentemos y disfrutémoslas.
Toro es una película de la que yo desconfié
al ver el título, prejuicio mío, y al ver a Mario Casas de protagonista, dudé,
más prejuicio, luego lo explico. Pero en ambas cosas me equivoqué y empecé a
tener esperanzas en el film al ver los créditos que me gustaron mucho: Entre
una estética muy de las series americanas de hace muchos, muchísimos años y un
toque pop en las aguas sicodélicas de la fotografía me dispuse a ver cuánto
daba de sí la historia.
Y da para una muy respetable película de
acción y redención que se mueve de una forma muy equilibrada en todos sus
matices. No hay persecuciones exageradas que le dan a la peli acción pero le
quitan credibilidad. No hay sentimentalismos que le dan a la peli emoción pero
le quitan sentimiento y no hay truculencias de desarrollo que suelen convertir
las historias en comics.
Hasta está uno dispuesto a ver Málaga como la
Chicago española, algo a todas luces falso, pero que si se adorna bien el guión
pues a uno no le cuesta aceptarlo. El cine es complicidad. Y guiños. A la
estética de las películas del oeste, al sentimiento hondo de las saetas y a esa España de engaños y traiciones entre
hermanos.
En cuanto a la interpretación de sus tres
protagonistas, me imagino la que le debió entrar a Mario Casas cuando supo que
iba a tener como padre adoptivo a José Sacristán y como hermano golfo y débil a
Luis Tosar. Pero la verdad es que está a la altura y saca a delante un papel
con muchos peligros y trampas clichés a cada momento. Lo mantiene en la
credibilidad sin caer en la santurronería y el victimismo. Algo que de fallar
podía hundir la película pero que al funcionar la realza y le da sustancia.
De José Sacristán y Luis Tosar lo mejor que
se puede decir es que a pesar de verlos en mil papeles siguen sin quemarse ni
repetirse y en los dos pero sobre todo
en Luis Tosar por su fisonomía, con el consabido peligro de encasillamiento,
supone un virtuosismo. En el caso de José Sacristán ya no hay peligro pero Luis
Tosar deberá vigilarse porque los registros no son infinitos y entre pelis y
anuncios puede caer en el cansinismo.
Me encanta el final de la peli que sin caer
en el beso final deja todo muy trabado, incluido ese caminar del protagonista
contra viento y marea en su camino hacia la redención. Me acordé de la escena
final, maravillosa, de “El tercer hombre”.
De lo mejor que se ha hecho en España en cine
de acción y venganza. Cada vez el listón está más alto.
¿Para cuándo una “Muerte entre las flores”
española? Por ejemplo.
Un pequeño pero de casting, que hubiera sido
muy grande si llega a aparecer de actor la otra mitad de esa pareja…quiyo
sí…esa pareja tan simpática que hacía youtubes y los osscho apellidos catalanes
y vascos…..eso le quita credibilidad hasta a un terremoto.
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