Una
historia que aprovecha la crisis para arrancar y que parece que va a ser un
paseo por nuestras desgracias económicas de los últimos años se convierte nada
más coger velocidad de comedia ligera en una historia simpática muy bien
interpretada por casi todos los actores. Sólo Ernesto Sevilla, que no ha nacido
para actor secundario, da el cante. Su papel de banquero no se lo cree ni un
marciano recién aterrizado que no tiene la menor noticia de que pueda ser
trabajar de banquero o de actor. Está fingiendo, diría el marciano.
Los dos
protagonistas, caras habituales de series de televisión salen muy airosos del
trance y sobre todo él, en un papel que podía dar para excesos se mantiene en
un equilibrio estupendo.
Uno se
lamenta de que se haya desaprovechado la ocasión para meterle más acido a la
historia y en vez de pasar de puntillas por el boom inmobiliario, la estafa de
“Fórum Filatélico” y el latrocinio de “Las preferentes”, haber construido una
película critica más centrada en las victimas, no olvidemos que ha habido
suicidios y asesinatos, y los verdugos, no olvidemos que muchos se pasean tan
tranquilos, como si no hubiesen roto un plato. Pero, claro, nadie está obligado
a convertirse en adalid de nada y si lo que se quería hacer era una película
cómica basándose en las desgracias de muchos compatriotas pues es muy libre de
hacerlo. Al fin y al cabo ésta es la historia de un “pringao” que sufre por lo
sucedido en esa época, que todavía no ha terminado de pasar, como si fuese un
“mercancías” eterno que no tiene parada en la estación pero deja la ciudad
impregnada de la peste de su cargamento, y que curiosamente pertenece al campo
de los verdugos. Pobre empleado de banca.
Final
feliz para un producto descafeinado que paradójicamente falla en aquello que
debía ser más consistente, el guión. No porque sea mal guión, si no porque “con
este pan se podían haber hecho mejores hostias”. Y si de paso se daban algunas,
pues mejor.
No
quería decirlo, pero lo tengo que decir. ¡Lo que hubieran hecho con el tema
Rafael Azcona y Luis García Berlanga! Ya me estoy partiendo. De la risa y de la
mala baba. Que no es para menos. En fin.
Los
créditos del final, confesión de una derrota. Del humor fino y crítico ante al
humor grueso y burdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario