Fruto
del éxito que han tenido las series históricas en las televisiones ha nacido
esta película que narra los hechos que acaecieron tras la muerte de Isabel de
Castilla.Fernando de Aragón, su esposo, y el yerno de ambos, Felipe El Hermoso,
se disputan la corona de Castilla. El primero, como esposo de la fallecida y
padre de la heredera, Doña Juana de Castilla, La loca. Y el segundo como esposo
de la misma. En medio el cardenal Cisneros. Hace un tiempo fue el cardenal
Tarancón, salvando las distancias. Y antes de ayer era el cardenal Rouco. Ahora
no sé quién es….y está bien que así sea.
Estos
son unos hechos que dan para una esplendida tragedia shakesperiana con Doña
Juana como figura principal. Reina entre los años 1504 y 1555, entrando y
saliendo de castillos en los que era recluida, o bien por su padre, Fernando de
Castilla, o bien por su marido, Felipe el hermosos, o bien por su hijo Carlos
I. Una mujer que al parecer no fue muy devota de Dios en un tiempo que hasta
las piedras y los árboles se arrodillaban cuando pasaba una sotana. Una mujer
que reinó tras la muerte de sus dos hermanos que le antecedían en la línea
sucesoria. Quizás una mujer que no había resuelto bien la atracción de las
hijas por los padres y que después sublimó en su marido. En un tiempo en que ya
hacían su aparición las primeras rebeliones del pueblo en la figura de “Los
comuneros”. Y porque no, los primeros
indicios de liberación de la mujer. O sea, una loca.
Ingredientes
hay.
Sin
embargo la película es esquemática y da unos indicios de todo lo que acabo de
señalar, contentándose con seguir las intrigas palaciegas por el reino de
Castilla. Un filme televisivo que pretende pasar a la pantalla añadiéndole efectismo
y parafernalia medievalista que está muy bien. Son estupendos algunos encuadres
de los personajes, algunas imágenes coloristas propias de la época y la
fotografía es sobresaliente pero eso sólo es un envoltorio, además muy poco
equilibrado. Esas procesiones nocturnas con antorchas y hábitos frailunos,
monjiles terminan cansando.
Los
actores cumplen su papel, casi todos. Me sorprendió en algunos momentos Rodolfo
Sancho que está muy equilibrado y creíble. Además sospecho que Irene Escolar
podía haber dado mucho más de lo que se le pidió. En algunos momentos daba la sensación de
poder meterle más intensidad al momento. Todo lo contrario del actor que hacía
de su marido, Raúl Mérida, que en ningún momento convence. Y menos cuando se
pone al lado de José Coronado que cada vez parece menos José Coronado, cuando
actúa, que es lo mejor que se puede decir de un actor. Hay algunos secundarios
destacables y un Eusebio Poncela de Cisneros, que para él es un papel digamos
que para hacer con los ojos cerrados.
Me quedo
con lo instructiva que es y con que puede servir de acicate para que algunos de
los espectadores se animen a bucear en una época tan apasionante de nuestra
historia….y que ya era hora de que saliera masivamente a las pantallas.
Los
americanos han llenado el mundo del cine con la Conquista del Oeste, que viene
a ser como una pelea de colegio comparado con nuestra historia, mientras que
nosotros……..
La fotografía, muy cuidada, un paseo por un museo de pintura renacentista.
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