La
intención de la película es clara. Aunque en el titulo esté la palabra amor,
antes con mayúsculas está la palabra Kiki, que no es el nombre de un jefe zulú
gay ni de una gheisa japonesa amanerada, y además en los créditos, harto
elocuentes, se funden en ajustados acoplamientos, en una doble acepción,
animales irracionales, incluido el ser humano, en plan pastiche. Se trata de
sexo, aunque Paco León le diga amor. Que preguntaría Carver.
Es una
película coral sobre algunas de las maneras de disfrutar del sexo que tenemos
los seres humanos.
Sin vergüenza, con desparpajo y frescura Paco
León nos da una vuelta por esos recovecos tan íntimos y tan de cada uno de
nosotros con la naturalidad que algunos hablan de futbol o del tiempo.
Cinco
historias que para sorpresa mía no levantan ningún oh! de extrañeza y sí mucha
complicidad y mucha risa entre los espectadores. Se respira como una
relajación, se oye como un suspiro de alivio entre la concurrencia y venga
risas. Igual es que ya era hora de dejarse de ser tan pacatos y encarar el sexo
como lo que es, una pura necesidad orgánica.
Estas
cinco historias podían haber dado para mucho desmadre y mucho pasarse de lo que
es el equilibrio pero el director de manera seria y concienzuda, sin histrionismos
y con mucha humanidad, va contándonos mediante unas actuaciones muy centradas
que es aquello que sexualmente nos pone.
Y hace
algo muy difícil, casi diría que virtuoso, casar las cinco historias con
actores diferentes sin perder la armonía y conseguir al final en una epifanía ferial,
esperada, que todos casen con todos.
Creo
que calificar la peli como una comedia erótico-festiva no le hace justicia. Es
más humana que erótica y siendo muy festiva, es más didáctica.
Viendo
a Paco León desenvolverse en estas comedias que hasta ahora ha realizado con
tanta humanidad y soltura no me extrañaría que en un futuro se ponga serio y
nos haga padecer. Su talante jovial no consigue ocultar la veta de tristeza que
las anima.
Si esta
película no triunfa internacionalmente no será porque artísticamente no lo
merezca. Igual es que falta algún otro apoyo. A nosotros llegan películas
americanas malísimas y se pasean por nuestras salas más de lo que sería
entendible ateniendo a su calidad, algunas no sé ni como consiguen cruzar el
charco.
Si
tuviera que elegir una escena despiporrante de las muchas que hay no sé si
elegiría entre el debate sobre fulbito en “misión de micción” o el “ménage à
trois” con el sordomudo. Ahí lo dejo.
Nota: Pensándolo
a posteriori, creo que la palabra amor en el título le ha permitido a Paco León
obviar el oscuro lado del sexo y así saltarse algunas aficiones especialmente problemáticas,
como la necrofilia, que hubiera teñido el film de una sabor agridulce difícilmente
digerible, y la pedofilia, que le hubiera traído problemas con la Iglesia. Bien
hecho.
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