Se presenta difícil hablar de Emily Dickinson y su obra
poética. Es evidente, de entrada, que los epítetos de enigmática, inextricable,
críptica, ininteligible, profética, bíblica, misteriosa y a veces, por breves versos,
resplandeciente y deslumbrante, le vienen cabales a su poesía.
Animar a alguien a que lea sus versos puede ser un riesgo…ya
que si es amigo, se puede estar en peligro de perder esa amistad, y si
simplemente es un conocido, pues éste, en algún momento de la lectura, te
recordará como loco, ido o extravagante, cosa que a buen seguro fue Emily
Dickinson, más en los últimos años, en los que aún limitó más su relación con
el mundo exterior, si es que se podía.
Es una aventura intelectual y sensitiva adentrarse en sus
versos. Como a la poesía de Celan o a la de Char, a la poesía dickinsoniana uno
no se puede acercar con ideas hechas. Cualquier presuposición salta hecha
pedazos a la primera de cambio.
Por ejemplo, uno lee, abro al azar el libro editado por Visor
y leo en la página 457
Un Diente sobre
Nuestra paz
No puede estropearla
–
Entonces, ¿Para Qué
está el Diente?
Para dar vida a la
Gracia –
El cielo tiene un
infierno –
Para señalarse a sí
mismo –
Y cada signo antes
del Lugar
Está Dorado con
Sacrificio –
Para los que no están familiarizados con la poesía de
Dickinson, decirles que las mayúsculas y los guiones no son aportación mía si
no que es una característica de esta autora que coloca mayúsculas y guiones
allá dónde le parece sin poder el lector sacar una conclusión plausible o
lógica que tenga algún sentido.
Dicho esto, ¿Qué se puede pensar de estos versos? ¿Qué se
puede decir? No mucho, la verdad. O no
mucho que sea definitivo. Por aproximación. Por sentimiento.
¿De qué tratan estos versos? ¿Del cielo y del infierno? ¿De
aquello que nos hace felices y de lo que a la vez nos hace desgraciados? ¿De
nuestra animalidad y nuestra espiritualidad? ¿De la imposibilidad de conseguir
algo si antes no ha habido un sacrificio? ¿Hay una experiencia personal en esos
versos, una cita de la Biblia? ¿Un dicho local? ¿Qué?
No lo sé, sinceramente. La leo una, dos, tres, cuatro veces
y la sensación que tengo es de que oigo campanas pero no sé dónde, aunque en
cada nueva lectura tengo la sensación de estar más cerca… hasta que la
abandono, rendido, porque sospecho que estaré eternamente acercándome a esas
campanas sin llegar ni a verlas ni a tocarlas alguna vez. ¿Entonces?
La sensación es de haber afilado un poco más el espíritu, de
haber profundizado un poco más en uno mismo…como si la poesía de Dickinson
fuese el cicerone de unos espacios o pasillos inextricables que todos llevamos
con nosotros mismos y de los que la misma Emily Dickinson no sabe gran cosa
más. Ella tampoco puede aprehenderlos, también oye campanas, aunque quizás más
cerca que nadie.
En este laborioso leer y a veces ejercicio de disciplina,
algunas veces surgen verdaderos fogonazos que te confirman que Dickinson no
podía hacer otra cosa que escribir versos, que ignoraba de dónde venían, pero
que hablaban de una realidad eterna inextinguible, incluso más allá de que
nosotros sigamos por aquí o desaparezcamos. Una confluencia entre
espiritualidad y metafísica que transformó la poesía para siempre y por ende
las posibilidades creativas del hombre.
Una poesía que ofrece el resultado de una destilación
extremadamente exigente, para darnos versos del tipo de,
-Nosotros significamos “Estos ven”.
-Las Personas fuera de las Ventanas.
-La intuición de las noticias en un pueblo rural.
-La esencia de hablar es la impotencia de decir.
-Acepta el saqueo En nombre del progreso.
-La Naturaleza asigna el Sol- Eso- es la Astronomía.
-La contrición de la bayoneta nada significa para el muerto.
-Me di a mi misma a Él Y lo tomé a Él en pago.
Versos que a veces parecen encerrar novelas, cuentos, obras
de teatro.
Y aún más, si alguien se acerca a esta poesía y saca la
conclusión de que son vómitos de mojigata y solterona solitaria, producto de la
frustración, que no se extrañe que sea así y esté dando una certera conclusión.
Pero como al fin lo que cuenta es lo que nos conmueve o no…pues eso es lo que,
resumiendo, tenemos que valorar. Porque
Hay una palabra
Que blande una espada
Y puede atravesar a
un hombre armado -
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