El cine como la televisión es una herramienta de adoctrinamiento
de unas dimensiones que si se piensa un poco…… da repelús. El título de la película
me parece francamente poco adecuado. La figura del lobo es atractiva: Fiero,
astuto, implacable, que cuando tiene hambre come lo que pilla. El
protagonista de esta película es un miserable que cegado por la ambición del
dinero además de llevar una vida bastante triste, se comporta más como un
buitre, pues engaña a los ignorantes, que es una forma de estar muerto, o como
una hiena, pues engaña a aquello inversores que las grandes firmas de brokers no
quieren. De hecho en la película lo que se muestra es como lo enganchan en
cuanto quiere engañar a lo grande, o sea competir con los que de verdad son
lobos. Esto es una consideración de orden moral, porque estoy seguro que much@s
espectadores saldrán de las salas pensando que qué vida más divertida tuvo este
“lobo”.
Ahora vayamos con la película. ¿Entretiene? Sí, las tres
horas no se me hicieron largas para nada. Claro que a mí que una película se me
haga larga es complicado. Es divertida, tiene alguna escena estupenda: La del
regreso a casa con su coche para que su amigo cuelgue el teléfono y salvarle la
vida bajo los efectos de la droga me recordó la del borracho de “El guateque”. Tiene
esos diálogos típicos de friquis que tanto abundan en el cine americano,
seguramente a causa de que cuando contrataron negros de guionistas escogieron la sección de guionistas
friquis, en vez de cualquier otra sección: Guionistas filosóficos, guionistas
expeditivos, guionistas románticos….etc., etc.
Sí, me estoy refiriendo a este tipo de diálogos, es de la peli, más o menos,
-¿Qué bebes?
-Una cerveza sin alcohol.
-¿Y cuántas hay que beber de esas para colocarte?
-Tío, son sin alcohol, no te colocas.
- ¿Y puedes vivir sin colocarte, tío?
-No, es un asco.
En fin. ¿No había algo más ingenioso?
Contar la historia desmesurada de un individuo que se hace
rico es complicado sin caer en una peli desmesurada. Y ésta lo es. Al comienzo
de ella, me dije, mira, tío, va a ser una peli desmesurada sobre la bolsa que explicará
la bolsa mejor que ninguna peli seria, como le paso a Apocalypse Now, que era
una peli desmesurada sobre Vietnam que nos ha dejado para siempre grabado el
horror de Vietnam, pero nastic de nastic. Después me dije es como “Uno de los nuestros”: Un grupo de descerebrados
que se hacen ricos delinquiendo, pero tampoco. ¿Por qué? Porque le falta el
apoyo de la credibilidad. Algo que la fije a la cotidianidad. Sólo hay unos
segundos, unos instantes, que la película tiene aires de grandeza y es cuando
al final el agente del FBI viaja en el autobús urbano. Y echa una mirada a su
entorno. Y los segundos finales, en Nueva Zelanda, explicando sus tejemanejes a
otro grupo de ansiosos aprendices de millonarios. Un padre desmesurado cuidando
a su hijo y una tía inglesa, nostálgica del 68, de la esposa del protagonista
no fijan.
Seguro que las orgias fueron ciertas, que los lujos exorbitantes
también, seguro que las ganancias bestiales en un día también e incluso que
llegara a los medios de comunicación como un nuevo gurú de la bolsa, también. Pero
si uno se ha asomado al mundo de los brokers la cosa es más, más jodidamente
seria de lo que parece. Y ese grupo de cretinos que el protagonista nos
presenta al principio y que luego se convierten en vicepresidentes de la compañía
de inversión no se los cree nadie, están bien para una banda de mafiosos pero no para brokers.
Un Martin Scorsese con todo su saber hacer, que lo tiene y
mucho; un Leonardo di Caprio, no sé si utiliza un doble para la escena del
regreso en coche a casa, si no lo utiliza tiene toda mi admiración, en estado de
gracia que se convertirá en uno de los grandes de todos los tiempos, acompañado
de un grupo de extraordinarios actores, como siempre en el cine USA, no son suficientes
para levantar un guión salido de madre, que más parece un comic que una peli
sobre la ambición desmedida y sus consecuencias. Un poco de Joseph Conrad o un
poco del Clint Eastwood de Mistic River le hubiera venido muy bien. Para fijarla en la
naturaleza humana y no dejarla flotando como una peli de Walt Disney.
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