Las riberas son esos lugares que se ven desde el rio, que
empiezan justo donde acaba el agua y que comienzan siendo arena o peña, nuestra
arena y nuestras peña. Hay de todo en las riberas: Árboles, sendas que van no
se sabe dónde, lujosos palacios, valles que se solazan, guerras, fiestas,
trampas mortales…..en fin, la vida.
Y un día estamos en la ribera. Ni nos imaginamos lo que hay
más allá.
Titubeantes, trastabillando, todo nos atrae y todo es nuevo.
Pero por suerte, ¿suerte?, estamos acompañados. Hay más seres como nosotros,
muchos. Te van indicando, te acompañan, te empujan, te aman, te odian…..y sobre
todo, en este siglo XXI y en el pasado te venden, sobre todo te venden. No que
te vendan a ti, de ti mismo, si no que te venden a ti, de tu bolsillo. Y es que
estamos en la Santa Sociedad de Consumo, una sociedad tan peligrosa que ha
conseguido que haya más arte y creatividad en un anuncio de lentejas que en la
última de Hollywood.
Te dicen que más allá de la ribera, tras los árboles hay todo
un mundo y se ofrecen a mostrártelo...…pero no quieren enseñarte cosas de valor,
no, quieren enseñarte cosa de poco valor pues así ellos tiene más margen de ganancia.
Esa es la esencia de nuestra sociedad, comprar lo más barato posible y vender
lo más caro que se pueda. ¿El qué?, lo que sea.
Te venden la música, no por qué quieran que descubras melodías
maravillosas, composiciones que despierten en ti sensaciones y emociones
desconocidas, no, te venden porque quieren tu dinero…y te venden cualquier cosa
que suene.
Te venden el cine, no porque quieren que descubras mundos
nuevos, ni darle salida a la creatividad y talento de los directores de cine,
no, te venden porque quieren tu dinero…y te venden cualquier cosa que se pueda
proyectar.
Te venden libros, no porque quieran que disfrutes y aprendas
a la vez, que descubras la complejidad del ser humano, no, te venden porque
quieren tu dinero…..y te venden cualquier historia metida entre dos tapas.
Y así con todo lo que te venden. No lo hacen pensando en ti,
si no en su bolsillo.
Si no es así no se entiende que en España, de los
veinticinco años para abajo el porcentaje de jóvenes amantes de la música que
saben quienes son The Allman Brothers y sus maravillosas y largas improvisaciones
de guitarra debe estar por debajo del 10%,
que los seguidores de John Mayall, la mayoría no deba ser capaz de
correr los cien metros lisos en menos de treinta segundos con serio peligro de
lesiones de rodilla, tibia y peroné. No digamos de la música clásica, en España
es perfectamente posible nacer y morir sin haber escuchado nunca ni a Mozart,
ni a Beethoven y si se ha escuchado a Albéniz o a Falla ha sido en algún
anuncio de colonia.
O sal a la calle y pregunta por Cervantes, sí, hombre, ese
del premio, ¿no?, pues ese que tiene calles en toda España, ¿tampoco?, pues
joder, ese de las monedas, ¡Ah, que tú no usas monedas!, de billete de veinte
para arriba.
No hablemos de Quevedo, Góngora y si ya echamos mano de los
extranjeros…mejor, no.
Así de lamentable es el crecimiento de nuestros jóvenes. No
les mostramos lo mejor de cada cosa que esté a nuestro alcance mostrar si no
aquello que nos permite ganar más. No educamos a nuestros jóvenes, les vendemos
cosas.
Yo desde una edad que llamarla madura comienza a ser
optimista le pido perdón a los jóvenes por
esta traición, en nombre de mi generación, que tuvo tanto por delante y que tan
mal aprovechó, por no haber sabido mostrarles lo mejor de todo y haberlos
convertido en pasto de Centros Comerciales, por no dejarles ni tan siquiera atisbar
lo excelente en todas y cada unas de las actividades humanas.
La cosa no es tan desastrosa como parece. Hay ahí en una
pequeña esquina, entre el tumulto, un pequeño grupo de gente que parece querer
hacer las cosas bien, dejando las ganancias y el provecho propio en un segundo plano,
pero son tan pocos, y desde luego no se ve a ningún político. Son las
excepciones de siempre, que confirman la regla.
Yo desde este pequeño y humilde blog que nace hoy me
propongo llevar a cabo mi pequeña tarea.
Llevo unos años danzando por este mundo y gracias a Dios, no a Dios, no, al
incierto destino, por cierto, ¿Cuántos jóvenes se han planteado en su vida por qué
son católicos? ¿Y adultos?, no que por qué son adultos, no, si no, ¿cuántos
adultos se han planteado cuáles son sus creencias?, en fin, bueno pues gracias a quien sea disfruto y he
disfrutado de un cierto criterio que me ha permitido gozar y enriquecerme con
todo lo mejor que este mundo ha puesto a mi alcance y se me cae el alma a los
pies cuando veo tantos reproductores de mp3, tantos ebook, tantos medios
electrónicos a nuestro alcance para disfrutar lo más chabacano, vulgar, repetitivo
y superficial que uno se pueda echar a la cara.
Mi pequeña tarea como dije antes, que se la debo en justicia
compensatoria a las generaciones que me
siguen , consistirá en echarme a la cara eventos artísticos y no, para desenmascararlos
o elogiarlos, en echar mano de lo disfrutado para mostrarlo y quizás conseguir
que parte de nuestra juventud despierte, crie criterio y pueda andar por el
mundo sin dejarse engañar por esa pérfida e insaciable Santa Sociedad de
Consumo y a la vez obligue a esos que la alimentan a esforzarse un poco y dejar
de vender mierda a todas horas.
O sea, un poco como el abuelo Cebolleta, para que vamos a
engañarnos.
Arrancamos.
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