“La Broma infinita” de David Foster
Wallace
Intentar hacer una reseña de esta novela es una quimera, una
tarea imposible, una inutilidad, esta novela pide una crítica concienzuda de
quizás varios centenares de páginas, así que pido perdón por la osadía y por el
lamentable espectáculo de mi fracaso y la osadía de publicarlo, pero mi
admiración no me permite callar. Así que aquí van unos apuntes sobre tamaño
artefacto que diría Nicanor Parra.
Empezaré por decir que esta novela no tiene una hoja más
porque sería de lectura imposible al no poder sostenerse. Los brazos tienen su
límite. Sólo esta consideración puso fin a las más de mil páginas que el
librote tiene y no que a DFW se le hubiera acabado el tema. De hecho es una
historia que podría haber seguido escribiendo hasta su suicidio. Incluso
después.
En el siglo XX ya hubo muchos escritores, artistas en
general, filósofos, sociólogos, muchos seres humanos en general anunciando que
la era industrial acabaría con el ser humano tal y como hasta ese momento había
existido. Muchas eran las historias que planteaban una huida hacía el pasado, o
sea, la naturaleza, las cosa sencillas, lo simple y muchos los libros que
acababan con la victoria de ese regreso o con la derrota si no se conseguía. En
esta novela de DFW ya no hay vuelta atrás. Esto está mal y va a ir a peor.
Los autores literarios, seguramente también el resto de
seres humanos creativos, le dan bocados a la realidad, algunos bocaditos, lo
mastican, lo tragan y después excretan sus obras. DFW se ha atragantado, ha
engullido tanta realidad que esta novela suya es USA pasado por un embudo,
después de haber sido batido, triturado, liofilizado, uperizado y cuantos
procesos pueda uno imaginar. No hay artimaña literaria que no esté presente, ni
muestra de libertinaje creativo que no se exhiba.
Nunca me había pasado, ni tan siquiera con su precursor
Thomas Pynchon, que yo leyendo a un autor me hubiera preocupado por lo que
pasaba por la mente del autor. Con DFW no he dejado de preguntármelo.
¿Cuál es la broma infinita a la que se refiere DFW? Puede
ser esta sociedad que nos disfruta más bien que disfrutamos. Puede ser ese
universo creado por un Dios inclemente e insuficiente, creado a la vez por el
hombre para su consuelo. Puede ser el hecho de que seamos inteligentes y de lo
poco que nos sirve… en fin, quizás es infinita porque es todas ellas y alguna
más.
Uno se entera de uno de esos asesinatos múltiples en USA y se lleva las manos a la cabeza, hace
aspavientos y elucubraciones de cómo ha podido pasar eso, algo inesperado,
terrible y extraordinario. Pero si uno acepta que USA es como DFW la describe
en este libro, entonces serán hechos de lo más normal, lo esperado, el
resultado lógico. O sea, una relación causa-efecto tipo, si te inflas a comer
engordas, si follas sin condón puedes pescar una venérea o quedarte embarazada
o si le disparas a alguien en la boca, los dientes lo pueden pasar mal. De
donde se deduce que dado que estos hechos suceden, la visión de USA de DFW es
más acertada que la que tenemos. Es decir, DFW nos muestra una USA en pelotas,
sin aderezos ni abalorios. Auténtica y por eso terrible. Más terrible en cuanto
que es tomado por modelo a seguir por muchos otros países.
Ejemplos:
Un adicto calma su ansiedad matando ratas y pegándoles fuego
a gatos callejeros. La imagen de uno de ellos en llamas persiguiendo al
causante de su desgracia hasta caer carbonizado…
Un hijo, que viene de jugar al tenis, hambriento, entra en
su casa, todavía no se ha encontrado a su padre con la cabeza metida en el
microondas, y huele deliciosamente. Alguien está cocinando algo suculento y
sabroso. Pues así todo el libro. Más de mil páginas.
Los escritores tienen mil voces, cientos de personajes
dentro e intentan mostrarlos en sus novelas lo más distantes, lo más
significados posibles, entre ellos. DFW, no. La prosa verborreica e inacabable
de este autor, ese caudal no puede ser dirigido, filtrado. Esa imaginación no
hay mente nacida capaz de ordenarlo. Así que el fresco es un libro de “El Bosco”.
Si Messi es Cervantes o Shakespeare, todavía no ha nacido el
futbolista que se pueda comparar con DFW. Sería algo así como un individuo
capaz de avanzar hacia la portería del contrario de espaldas, llegar ante la
misma, tener al portero vencido, no disparar a gol y después liarse en una
discusión sicodélica con el cancerbero para convencerlo de que él mismo se
metiera la pelota dentro de la portería. Cosa que conseguiría. Ante lo cual el
respetable no sabría qué hacer, si celebrar el tanto, tirarle petardos al
desopilante jugador, llamar a aquello otra cosa que futbol o simplemente mirar
al árbitro para ver de reírse un poco de él. Más de mil páginas así. Ni Thomas
Pynchon lleva la narrativa tan cerca del mundo loco que vivimos. Ni narrar con
tanto acierto los desarreglos que produce en nuestra alma, en el alma humana.
DFW se suicidó. No me extraña. Estaba cantado. No se puede ver todo lo que él
veía y seguir viviendo. Para eso habría que ser extraterrestre.
Dice, rendido ante su figura, Juan francisco Ferré en un
artículo en Letras Libres que “Wallace era el gran cartógrafo de la desquiciada
conciencia posmoderna en la fase histórica de su hipertrofia tecnocrática”.
Pues sí…
Hay una ristra de fármacos en este libro, con su
correspondiente descripción de efectos y composición. ¿Por qué? Porque así es
en la realidad. Y DFW es pura realidad cuando escribe, por eso sus libros son
inclasificables, raros, sorprendentes, zafios a veces, pero siempre valientes
hasta las últimas consecuencias. Escribir así, o ver al vida así, te pone
seriamente en peligro.
A uno le preguntan de qué va un libro de mil páginas y antes
podía decirlo, más o menos, el argumento, la historia, el estilo, el enfoque,
tipo Dostoyevski, Tolstoi, Musil, Barth, Proust… etc.,
etc. Con el libro de Wallace uno se tiene que limitar a decir, imposible
resumirlo, imposible etiquetarlo, imposible explicarlo… en realidad la broma
infinita es un libro imposible, imposible de escribir, hasta que lo hizo David
F. Wallace. De la misma manera que es imposible digerir todo lo que esta
sociedad de ahora, que parece una broma infinita, nos ofrece, nos pide… una
sociedad que nos zarandea, un monstruo que nosotros hemos creado y que ya nadie
controla…de ahí este libro. La mente prodigiosa de Wallace ha hecho un intento,
ha fracasado, claro, pero al menos ha sido un digno rival. Este libro es su
lucha.
En el libro de entrevistas que hizo con David Lipsky, (https://cadasegundoajeno.blogspot.com/2019/08/alrededor-de-dfw-ii.html), DFW plasma su
teoría literaria que da origen a este enorme libro que no me atrevo a llamar
novela.
Explica DFW:
“el realismo impone sobre la experiencia un orden y un
sentido que no se dan nunca en la vida real...”
..”¿se aproxima tu vida a nada parecido a una narrativa
lineal?”
Y gran parte de mi tarea es imponer algún tipo de orden u
otorgarle algún sentido…”
“… Para mí mi vida y mi yo no se parecen en nada a ningún
personaje de desarrollo unificado en una narrativa lineal…”
Hay tantos experimentos maravillosos que no se pueden llevar
a cabo por eso de nuestra maldita finitud y que no podemos volver de todos los
lugares a los que vamos, que no podré leer lo que hubiera escrito Henry James
tras leer esta enorme obra literaria de DFW. Seguro que hubiera sido muy
entretenido. Uno de los escritores más concienzudos y clasistas de la
literatura norteamericana enfrentado al autor, por ahora, que más lejos ha
llevado la literatura a la hora de reflejar la complejidad de la sociedad a la
que nos enfrentamos y que tiene en USA su cima. Se puede decir que la anterior
cima, Thomas Pynchon, ha quedado relegada a una distante posición.
“La broma infinita” es el resultado de lo que en
Conversaciones con David Lipsky expresa DFW de la siguiente manera (Pg. 87):
“..La vida parece
iluminarme como una luz estroboscópica y bombardearme con información… Las leo
como desahogo del hecho de haber recibido hoy quinientos mil impactos distintos
de información, de los que tal vez veinticinco sean importantes”
En Pag. 89,
DFW: Si tú le encuentras un sentido lineal a tu vida,
entonces o bien eres muy raro, o bien podrías ser una persona neurológicamente
sana, capaz de extraer, organizar y seleccionar automáticamente la avalancha de
la materia que te llega en todo momento……
DL: ¿Trasmitiste eso en el libro?
DFW: No lo sé. Puedo decirte que forma parte de él. Es
decir, el libro está estructurado de un modo un poco extraño…
En Pag.91,
DFW: Pero te diré, pensar siquiera en mirar al otro lado de
la habitación y asumir automáticamente que otra persona es menos consciente que
yo, o que de algún modo su interior es menos rico y menos complicado y menos
intensamente percibido que el mío, me rebaja como escritor.
Es una reseña deslavazada, fragmentaria, lo sé…pero es que me
ha dejado así… agotado.
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