A ver, no voy a decir que después de “Muerte entre las
flores”, los Coen no han sido capaces de batir su propio record, vaya lo dije,
pero hay que entenderlo, tenían una historia cojonuda gracias a Dashiell Hammet
y supieron entenderla muy bien, más que muy bien, en “estado de gracia” bien,
vamos, una obra maestra del cine de todos los tiempos. Que ya le gustaría a la
anodina y sobrevalorada “Casablanca”. Pero no nos desviemos.
“A Serious man” es una película que ya desde el minuto uno
se convierte en una acida y divertida visión del mundo judío y es inevitable
acordarse de todos los autores literarios que han azotado la religión hebrea,
Philip Roth por delante.
Parece, bueno parece no, es algo impepinable que los
creadores de ascendencia judía tarde o temprano, o siempre, terminan haciendo
alusión a su ascendencia judía. Y casi siempre en plan crítico, reivindicativo
o directamente despreciando a esta confesión. Lo que ya da una idea de lo
represora y constrictiva que es. Tanto o más que una boa constrictor.
Esto es lo que plasman de una forma divertida e irreverente
este par de hermanos judíos.
La mezcla de la cotidiana vida americana con las costumbres
de una comunidad judía, dan para infinidad de escenas rebosantes de acidez,
estupefacción y lucidez sobre lo que es la libertad del ser humano, sus
implicaciones en su comunidad y la manera de sobrevivir en ella. Que no es otra
como en cualquier otra comunidad, que a base de trampas, falsedades e
hipocresías.
Sólo que en otras comunidades las válvulas de escape son más
abundantes y sobre todo la parafernalia, es menos edificante y soberbia.
Y en un bosque como este un individuo que quiere por encima
cumplir con lo estipulado es pisoteado, vejado y humillado hasta la
exasperación. Un hombre serio.
Nadie parece ser cómplice suyo. Está solo. Se ha tomado muy
a pecho lo estipulado. Así un amante de su mujer, un alumno con la complicidad
de su padre, una esposa que no aguanta tanta honestidad, unos rabinos
desopilantes y unos hijos que no entienden nada que no sea lo suyo. ¡Ah! y un
hermano impagable. Una colla de personajes que hacen las delicias de cualquiera
que agradezca una venganza contra las costumbres y las tradiciones que amargan
la vida a la buen agente y sirven de trampolín a los golfos, listos y aprovechados.
Toda la película la bordan los Coen, con unas
interpretaciones trazadas a tiralíneas, estereotipadas que le vienen como un
guante a la intención de la cinta y un guión repleto de escenas que podían ser “sketchs” individuales, algunos corrosivos, otros simpáticos pero
todos aderezados con la salsa que también supo utilizar Roth.
Implacables en la narración, cuando
parece que el protagonista se saldrá con la suya le llama su médico y ahí nos
quedamos, oyendo a los “Jefferson Airplane”. Una banda de rock inequívocamente
norteamericana para un film inevitablemente judío.
Burlona, implacable, divertida y acida.
Muy recomendable. Después de “Muerte entre las flores” y “Fargo”….yo hablaría
de trilogía.
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