Pawel Pawlikowski ya ha conseguido su estilo de hacer cine.
Sus películas tienen ese sello individual que las diferencia del resto y que
las convierte en “sus películas”. De las últimas cuatro que son las que yo he visto,
incluso las que podíamos calificar como menos de él, “Mi verano de amor” y “La
mujer del quinto”, todas son introspectivas, misteriosas, ensimismadas en
detalles, con planos lentos, largos y muy sugerentes.
Y digo que son menos de él por una razón muy simple. Las
otras dos andan a vueltas con su país, Polonia, y su tiempo o su tiempo
ligeramente anterior a él, segunda mitad del siglo XX, la postguerra.
“Cold War” y “Ida”
tienen a Polonia como escenario, la segunda guerra mundial y su efecto, la guerra
fría, como detonante creador. Y las dos tocan temas ya super-llevados al cine.
El amor romántico destruido por causa de la guerra y llevado a la tragedia
griega de “Cold War” y la búsqueda de los seres queridos, del pasado familiar
junto con las miserias de nuestros semejantes en la segunda.
Hago la reseña de “Ida” porque su desenlace me parece más
moderno y acorde con nuestro tiempo que
“Cold War” que no deja de ser un poco una tragedia shakesperiana.
Creo que el blanco y negro de esta película es un absoluto
acierto, era necesario, Imprescindible para acompañar los desolados y fríos
espacios que vemos y la desesperanzada historia que queda después del
holocausto. Mientras en “Cold War” puede ser una licencia artística en “Ida” es
sustancial.
La protagonista recorre el camino de la curiosidad, sin
pesar, fríamente hasta un familiar que aún ocupando un puesto eminente en el
nuevo país surgido de la guerra es, sin embargo, el más frágil y el que termina
sucumbiendo ante los hechos. Es el personaje, a mi modo de ver, protagonista de
la cinta. Es lo humano de la historia. No hay esperanza para ella.
El desenlace, a pesar de venir de la mano de una Fe, cosa
poco moderna hoy, es actual: la búsqueda de la esperanza en un camino propio,
dejando al margen las soluciones colectivas y masificadas.
El cine de Pawel Pawlikowski es un cine de largo recorrido,
muy fotográfico, lleno de detalles y nada complaciente con todo aquello que no
rebasa un nivel de exigencia emocional alto. Que por otro lado es lo que vamos
buscando al cine los espectadores. Emoción antes que entretenimiento. ¿Y eso?,
se preguntara alguien. Pues muy fácil, la emoción es lo más entretenido que
hay.
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