Esta película se divide claramente en dos partes.
Estamos siguiendo, tras ellos, las pesquisas de dos policías harto conflictivos,
uno tartamudo y aislado de todo tipo de vida social y el otro violento hasta
decir basta, y que trasmite muy bien el actor, que investigan los crímenes
cometidos por lo que parece ser un asesino en serie de ancianas, cuando el
director, a mitad de película más o menos, nos hace una finta y nos pone
delante de los policías. Nos presenta al asesino. Ahora ya sabemos quién es,
conocemos su cara. Creo que este es el aspecto más reseñable de la película de
Rodrigo Sorogoyen. Es un giro que
entabla un dialogo con el espectador- ¡Eh, que sé que estáis ahí!- muy
interesante.
Desde ese momento los dos policías pasan a
ser más personas que policías y la historia pasa de ser un thriller a ser un
drama. Antes dos policías perseguían a un psicópata y desde el momento que
nuestra situación como espectadores cambia, se trata de tres personas
atormentadas, cada una tratando de sobrevivir de la mejor manera posible.
Ambientada al comienzo de la crisis, 2011, en
Madrid, coincidiendo con la vista del Papa, lo que le sirve al guionista para
hacer la consabida crítica de que en determinados momentos, que son muchos, las
vidas humanas no valen un pimiento, y entablar el clásico enfrentamiento entre
el policía trepa y el policía comprometido con su trabajo. Algo tópico y típico
pero insoslayable.
Creo que la creación de los tres personajes
es muy acertada. Antonio de la Torre y Roberto Álamo cumplen a la perfección su
papel de atormentados pero honestos y escrupulosos policías y el papel de joven
psicópata, relamido y con complejo de Edipo, que es el más difícil, al ser el
más matizable, es resuelto con mucha solvencia por Javier Pereira, que lo
mantiene en ese punto en el que al hacerlo cotidiano lo hace más terrible.
Es de agradecer que estos dos policías se
queden en esta película y que la tentación de llevarlos a posteriores secuelas,
que a buen seguro ha existido, dada la potencialidad de los dos personajes,
haya sido desechada.
La ristra de secundarios, policías, forenses
y viejitas muy bien, a la altura de ese ejercito de secundarios americanos que
en más de una ocasión salvan la película. No sé si porque por fin los
directores españoles se dan cuenta de su valor o porque los secundarios
empiezan a ser actores muy solventes.
Un pero. Creo que la escena final da para un
dialogo más profundo y dramático, se resuelve con mucha prisa. Y muy
mecánicamente. Una pena porque la peli merecía esa guinda.
Ahora mismo este film sufre la sombra
alargada del monstruo pero con el tiempo ocupara su lugar. De lo más completito
que he visto en películas policiacas españolas.
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