Lo voy a decir porque si no lo digo reviento.
De aquí a unos años películas monstruosamente
publicitadas y con recaudaciones extraordinarias habrán quedado en películas
correctas, del montón de las decentes, y otras, no me extrañaría que esta lo
fuese, que han pasado modestamente, perdurarán en el grupo de la películas
inolvidables, que se realizaron en
homenaje a esos seres humanos que de un día para otro, no sólo poder andar 100
metros, sino ver los colores, oír los pájaros o asomarse a la puerta de la
calle se convirtió en un sueño imposible. Y además dirigida con una valentía y
un acierto admirable.
Tengo que decir que fue ver el elenco y la
desdeñé, me imaginaba una mezcla de ocho apellidos vascos y el club de la
comedia, pero no sé si fue ver la foto del cartel, dónde no sé por qué me
parecía que los de entonces no eran los mismos, o por la temática lo cierto es
que fui. Y no, no me equivoqué.
Debe haber sido una labor de titanes para el
director y para los tres actores principales conseguir actuar sin caer en el
encasillamiento del que venían. El que más complicado lo tenía por lo definido
de sus papeles interpretados era Karra
Elejalde, después Dani Rovira y luego Alexandra Jiménez. Y ha sido en sentido inverso,
lo que es lógico, cómo han superado la prueba. Ella está fantástica, Dani
Rovira ha dado pruebas de que está preparado para lo que le echen y Karra
Elejalde, no quiero ni pensar en el laborioso proceso en el que se habrá visto
inmerso para no caer en lo que tantas veces hemos visto. Ha sido un goce para
mí ver como había instantes en los que parecía que iba a caer en el
encasillamiento y como se libraba. De filigrana. Ver dialogar a los dos,
lanzándose pullas y no acordarse de los ocho apellidos es un logro de una
dificultad formidable. Marcel Barrena lo ha conseguido.
Esta historia sobre el dolor, el sufrimiento
y el tomarle a la vida la medida que en realidad tiene, indefinida pero
impredecible, que debo decir que si ha habido gente que ha llorado monstruosamente
con películas recientes, con esta puede deshidratarse, está rodada con la
sencillez y la simpleza que tiene la cotidianidad cuando se vuelve horrible, de
pesadilla: Ese dedo que deja de obedecer, esos ojos que se oscurecen para
siempre, ese momento en el que asumes
que vivir no es que sea un regalo, es que es un milagro.
El protagonista se lo resume muy bien a su
suegro cuando lo pone a girar al borde del barranco y una vez que ya está
mareado y en el filo del abismo le dice,
-Así es mi vida.
Basada en hechos reales, al final hay
fotogramas de los verdaderos héroes, la película no es sólo es un homenaje a
ellos, es un homenaje a aquellos que por encima de todo y contra todo defienden
esa parte que les ha tocado administrar de lo verdaderamente importante: Vivir.
Vayan a verla y si no lloran más que en la
monstruosa, es que la publicidad les ha obnubilado el sentimiento. Digo yo.
Que razón llevas, yo opino igual, yo tengo esclerosis múltiple y no por eso, sino porque la película ha sido magnifica. Un saludo, la recomiendo.
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