“El júbilo del judío lo es con una pizca de
espanto”
Primo Levi
En realidad el libro se llama “La chica sobre la nevera,
Pizzería Kamikaze y otros relatos”. Une dos libros de cuentos publicados por
este autor, para mí hasta ahora desconocido y nacido en 1976 en Tel Aviv, en la
editorial Debols!llo, procedente de Siruela.
A raíz de la lectura de este libro se me ocurrió un aforismo
que venía a decir que a algunos judíos lúcidos, perspicaces y rebeldes, por si
tenían poco con nacer en una familia judía de la que librarse, su Dios les
había agraciado también con la concesión de un país, Israel, del que también
querer desembarazarse.
De esta manera hemos pasado de los autores básicamente
irónicos, ácidos y burlones de origen judío pero de procedencia variopinta, aunque predominen los
norteamericanos, a los autores que además del cóctel antes desgranado le añaden
el surrealismo, la distorsión y cualquier epíteto que uno le pueda dedicar a
algo sentido por un drogata hasta las cejas de LSD, porros y un toque de
heroína, después de machacarse con anfetaminas. Que es algo así lo que sale de
la mente de Etgar Keret.
Cuando el hombre, en general, no el atribulado Keret, se dio
cuenta de que podía prescindir de Dios, acto seguido se hizo la pregunta, ¿Y
ahora qué?
Lo cual ha generado una cantidad de dudas, problemas y
vacilaciones que algunas veces me pregunto si ha merecido la pena.
Nos solucionaba tantas cosas creer en Dios.
En cuanto algo se salía de madre, sobrepasaba nuestra
comprensión, ponía nuestra vida en peligro…Nos encomendábamos a Él.
Pero nos reíamos poco. Y es que las religiones siempre han
sido muy poco de la risa. Digámoslo claramente: Las religiones le tienen miedo
al humor. Como el Ejército, que también es muy serio. Intentan suplir con
seriedad ficticia, rituales formalistas la poca sustancia lógica, racional que
tiene su cometido. No estoy hablando de creer en que hay algo por encima de
nosotros, si no de su instrumentalización. No estoy hablando de que no sea
lógico partirse la boca a puñetazos o hacer desaparecer un país con la bomba
atómica, si no de su instrumentalización.
Los judíos se creían que su problema era no tener país y
fueron y se construyeron uno encima de un avispero. Y ahora tienen dos problemas.
Ser judíos y tener un país dónde lo tienen, que se ve que tenía que ser ahí
porque es donde Dios lo dispuso por ser el pueblo elegido por Él. Cosas de
Dios. Qué risa.
Lo que convierte a Israel en un lugar muy poco proclive a la
normalidad. Tener al lado a un montón de vecinos que con tal de destruirte son
capaces de morir ellos es casi tan malo como tener un Dios que te ha elegido
como pueblo.
Esto para alguien que sólo aspira a vivir como un ser humano
sin esperanza, sin mala leche, con compasión y un mínimo respeto con los demás
se hace complicado. Moverse entre esa marabuntas de normas, obligaciones,
lealtades obligadas y además fingir que estás construyendo algo con sentido es
demasiado para algunos y entonces saltan las costuras y surge el humor, la
burla, la ironía, el sarcasmo y terminas por contemplar la realidad, no como
algo real si no como algo tan distorsionado que acabas decidiendo….Puesto a
distorsionar me voy a emplear a fondo.
Etgar Keret no ha descubierto nada, ahí están Quevedo o Rabelais,
por citar a dos de esa tropa de seres humanos cansados de la hipocresía, el
fingimiento y la cobardía social. En esa línea, pero actualizada se mueven los
cuentos de Keret.
Los niños no entienden nada de lo que hacen y dicen los
padres, terminando por actuar en dirección contraria. Los enamorados no
comprenden a sus amadas y se fuerzan inútilmente en satisfacerlas. Los
periodistas hacen artículos sobre meteoritos que caen del cielo cuando
desearían hacerlos sobre los meteoritos que manda Hamas. Los magos sacan
cuerpos descuartizados de la chistera….etc., etc.
Cierra el libro un cuento largo, Pizzería Kamikaze, en el que no pasa nada muy especial, fuera de madre, algo parecido a una
“road movie”, salvo que es la historia de un joven que trabaja en una pizzería
que está en el más Allá. Un poco como Keret ve su país.
Resumiendo: Esto no son la noticias de cómo se vive en
Israel, pero sí de cómo se puede llegar a sentir uno viviendo en él.
Si van a ir de vacaciones a Israel, sólo si van a ir de
vacaciones a Israel, no lo lean. En cualquier otro caso, es muy recomendable.
Para acabar, se me hace raro que Keret no se haya puesto a
reflexionar sobre el hecho significativo de que tanto judíos como sus enemigos
por orden de Dios, los árabes, se tengan que cortar un trozo de polla al llegar
a cierta edad. Se le habrá pasado.
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