viernes, 2 de octubre de 2015

Irrational man de Woody Allen (2015)



Irrational Man : Foto Joaquin Phoenix

A estas alturas de la película, nunca mejor dicho, que es la trayectoria cinematográfica de Woody Allen, le cuesta mucho a este degustador de sus historias sentirse sorprendido. De una manera u otra él vuelve a sus obsesiones de siempre.
Tampoco hace gran cosa por variar. Actualmente es un artesano del cine más que un artista. Como aquel pintor que ha encontrado unos motivos y una paleta de colores en la que se siente a gusto, Woody Allen se mueve entre el thriller reflexivo y sardónico, un poco golfo, el romanticismo de ensueño y cínico y la disparatada fantasía que no quiere ser creída si no saboreada, sin salir de ahí…eso sí todo aderezado con una mala baba que a duras penas, aún hoy, después de tanto oficio es incapaz de controlar. Le sale por todos los poros de la imaginación.
Hace unos días leía en un medio de comunicación una entrevista deliciosa en la que expresaba su aburrimiento con las películas que hace y como sin acabarlas de montar ya está pensando en la siguiente y harto de la que aún no ha acabado. Se quejaba de que las productoras aceptaban todo lo que presentaba y que lo que estaba haciendo con Apple no le merecía mucha confianza. Típico del artesano.
Esta película no es de las mejores ni de las peores, eso va a ser difícil de lograr después de la españolada con Bardem y compañía, y arranca con una puesta en escena poco natural, muy de teatro y con personajes rozando el cartón piedra a pesar del buen hacer de los actores. Es como una especie de escaparate, antesala de la tienda, con diálogos casi leídos y actitudes de teatro de mascara. Eso es algo que siempre ha estado en algunas historias de Woody Allen, recuérdese que tiene una peli en la que los actores salen de la pantalla. “La rosa purpura de El Cairo”, de 1985, 30 años han pasado.
Todo este preámbulo viene a ser como la ganga que acompaña al mineral buscado y así se entiende cuando vemos al atribulado y poco creíble profesor de filosofía, por cierto que no hubiera estado de más contactar con un ayudante de guión un poco puesto en las profundidades filosóficas para hacer más creíbles los diálogos bastante sacados de una ojeada una tarde de lluvia a una enciclopedia de filosofía, cuando vemos, decía, al profesor encontrar un sentido a su vida en el más puro estilo woodyallenano, la mala baba de la que hablaba. En este punto el film empieza a funcionar y ofrece alguna esperanza de ir hacia algún lugar desconocido y sorprendente…que es lo que siempre se busca cuando se va al cine, pero sólo es un atisbo porque ahí se queda. Dónde siempre están algunas de las películas de Woody Allen… en un artefacto ingenioso, divertido, acido….ya demasiado visto.
No es un mal “woodyallen” este film pero tampoco nada nuevo. Algo que se comprende si contamos con que fabrica uno cada año… mucho me temo que bastante mecánicamente. Igual debía tomarse un descanso.
Una cosa me ha intrigado, a unos créditos ya típicos de sus películas, le ha añadido una banda sonora muy intranquilizante: Música festiva de jazz para nuestros oídos cuando en el desarrollo contemplábamos las evoluciones y reflexiones de un asesino disparatado y amoral. ¿Quiere decirnos algo terrible el Sr. Allen?

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