John
Turturro lo debe haber tenido claro desde el principio. Esta película la
dirigiría y la escribiría él, pero teniendo a Woody Allen de actor, el film quedaría
impregnado de su presencia por arriba y por abajo. Y más si el sexo reprimido
anda por medio y no digamos si hay una sesión continua de “tuna, tunda a los
judíos”. Sin contar que las calles de Nueva York en plan barrio las puso de
moda Woody Allen.
Aceptado
esto el film se deja ver y poco más. John Turturro no es capaz de construir un personaje creíble. Estático y
desencuadrado, no termina de ser un personaje aceptable. Siempre parece
impostado. Añoré durante toda la proyección al John Turturro de “Muerte entre
las flores”, que es el que esperaba, pero no.
Sin embargo
Woody Allen se mueve a sus anchas, con diálogos que a buen seguro él ha
apuntalado y con toda la picardía y la mala baba que sólo él sabe meterle a
determinados temas.
Sharon
Stone y Sofía Vergara están para lo que están, cumplen bien su cometido. El
guiño a “Instinto Básico” es una
equivocación de alumno de primero de cine y Vanessa Paradise no puede
con el papel de “judía convencional pero no tanto”. Por no hablar del giro
inesperado del final que deja descolocado no sólo al policía merodeador si no
al espectador que no comprende nada de nada.
En fin, una idea feliz la del
film, que prometía mucho pero que se queda en un ejercicio de cine entre amigos que, ya casi, lo han demostrado todo. Si puede elegir entre esta historia y “Blue
Jasmine” no lo dude, Blue Jasmine, y si no ha visto “Muerte entre las flores”,
dúdelo menos, olvídese de las dos y vea esta obra maestra de los hermanos Cohen.
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