Ya lo veo. Está al caer la
película del rodaje en directo de la muerte natural de algún actor famoso, que
llegando a sus últimos momentos en esta vida, decida que formen parte del
argumento de algún film. Eso o algo parecido. Seguro que ya hay cabezas dándole
vueltas al tema. Las últimas películas de Robert Redford y Clint Eastwood así
parecen anunciarlo, encaminándose en esa dirección, y no veo razones para que
la inventiva del creador se detenga ahí y no de un paso más, un paso más por
otra parte con destino muy cierto… ¿Quizás Woody Allen? No sé.
Dicho esto, la película de
Eastwood me parece más sólida que la de Redford. Quizás es que el primero tenga
más cosas de las que arrepentirse o sea menos pudoroso o sea más reflexivo. Y
eso se nota en la historia. La de Redford es más amable, más alejada de la
persona y más centrada en el personaje, mientras que Eastwood, sin dejar de
lado las referencias al personaje, esa simpática y repetida alusión a James
Stewart, es más personal y menos para el escaparate con continuas reflexiones sobre
el paso del tiempo del personaje que interpreta y que son indudablemente más
reflexiones personales que de guion. Sus bromas sobre las proezas sexuales de
un octogenario no dejan de ser un burlarse donde no queda más que impotencia y
no sólo sexual.
Y una cosa que ha hecho muy
bien y me ha gustado mucho. Nos ha engañado con el final. Donde todo el mundo
esperaba un “grantorino”, él se ha hecho
casi un “bergman”.
No es una gran película, hay
ciertas irregularidades en el guion y el ritmo no siempre se desliza.
La sala de cine estaba lleno
de incondicionales del Eastwood boyante del “spaguettiwestern”, del
“alégrameeldía” y del Eastwood intenso de “Mistic River”, para mí su mejor
película, que salieron agradablemente sorprendidos de un hombre que desde la
última vuelta del camino hace sus reflexiones de la manera que ha hecho siempre,
actuando, interpretando.
Siendo un actor eminentemente
de carácter hasta se marca unos instantes de actor gestual, emocional y le
pone, seguro que en un esfuerzo inhabitual en él, sentimientos a un rostro que
siempre hemos visto hierático.
Salí de la película de
Redford pensando en la poca necesidad de haberla hecho y salí de esta de
Eastwood confortado.
Y no dejo de pensar en una
película con “muerte en directo”. Y si no, el tiempo… ¿Quizás Richard Linklater
se invente algo? No sé.
¡Ah! Y Clint Eastwood se
parece muy poco a James Stewart, ni personalmente ni personajemente. No veo yo
al Sr. Stewart de caza-recompensas ni de policía implacable y menos al Sr.
Eastwood persiguiendo a Kim Novak tontamente por los puentes de Madison. Vamos,
me parece a mí.
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