No sé cómo encarar la reseña de este film. Porque para
empezar esta película no es una película al uso, no hay una historia, con su
planteamiento, desarrollo y desenlace. Hay muchos personajes pero no es una historia
coral. No es cine. No es cine al uso. Al que vas a emocionarte, a evadirte,
tiene más que ver con el video art que con la cinematografía.
O sea, hay que ir a verla con ganas. Uno tiene que poner
mucho de su parte para encontrarle algún sentido a esta proyección.
Hay gente que ante un cuadro de Tapies se extasía y otros
que dicen: Pues se han dejado un trozo de saco o un trozo de alambre pegado al
lienzo.
He oído a Juan Cavestany explicar su película y su
explicación me ha convencido más de lo que estaba en que un artista no debe
explicar lo que hace. Porque no se puede explicar lo que no se puede explicar y
fruto de esa imposibilidad nace la obra. Mejor callarse, como dijo
Wittgenstein.
Una serie de escenas que no tienen nada que ver unas con
otras conforman esta historia. Y en estas escenas hay de todo. Comedia,
tragedia, absurdo, enredo… como hay en la vida misma. Algunas escenas aisladas
no servirían ni para un programa de humor barato. Pero, ¿Y qué? Algún cuadro de
Miró no los pinta ni un niño, ¿Y qué?
El arte es eso.
El artista lo hace.
Conecta con algunas personas pero con otras se enfrenta.
Eso hace Cavestany en esta película, crear, no contar, o no
al menos a la forma tradicional.
Esto no es cine. Es arte, nada más. El cine es mucho más.
Para que nos entendamos, si Velázquez es John Ford o John
Huston, Cavestany se alinea al lado de los ya mencionados Miró y Tapies.
Te entra o no te entra.
Y como pasa con esos pintores tan personales, hay críticos
que flipan y críticos que maldicen su dedicación. Intentando fijar una opinión,
una teoría creativa, no encuentran la emoción, el aliento. No les vale el
molde.
Hablar de interpretación, fotografía, ritmo, decorados…
etc., no tiene mucho sentido.
De todas formas los amantes de la sorpresa, el reto, los
descubrimientos, que no se arredran ante los retos del espíritu, tiene que ir a
verla. Ensancha la perspectiva, aunque no sé en qué dirección, da músculo
crítico. Como cuando pides jamón y te ponen algo que recuerda al cerdo.
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