Una película tan bien dirigida e interpretada como otras
recientes películas italianas de más fama y más pretenciosidad, y con la misma
artificiosidad, de un preciosismo que aburre, y mostrando una descara
explotación del legado histórico-cultural y geográfico del país que cansa.
Si le quitamos eso a la historia y el hecho, que podía ser
particular en los años setenta del pasado siglo, de que el argumento verse
sobre una relación gay, nos queda una película más de amores de verano y
aprendizaje existencial y emocional.
Sólo salvaría de la película el largo y emotivo parlamento
del padre del joven al final de la proyección.
Lo demás se queda en una aparente y perfecta narración
cinematográfica, sin sustancia, nada original y con montones de recursos
manidos.
Todo muy “dejá vu”
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