Fernando León de Aranoa es un director
comprometido con su tiempo que tiende a
reflejar siempre problemáticas actuales y siempre con solvencia y con una
lectura del asunto que trate sin dogmatismos ni maniqueísmos. Pero
paradójicamente su mejor película, a mi parecer, fue aquella en que la
problemática era individual y no social. “Familia” fue para mí un goce.
Inesperada, emocionante, fresca, original.
Meterse en películas comprometidas obliga al
arte a alinearse con el compromiso y la realidad, lo que lo convierte en
servidor y no en rey. El Guernica de Picasso es un ejemplo.
En “Loving Pablo” hay muchas lecturas. La
primera y principal: Lo corrompida que está la sociedad colombiana y por
extensión la sociedad occidental. Seguida de un corolario: Cuando una sociedad
es injusta y no hay igualdad de oportunidades, los miembros de la misma con
capacidad y que se sienten frenados en sus aspiraciones, maltratados por dicha
sociedad, salen por, crecen donde pueden.
Pablo Escobar, pues de su encuentro y
relación con los poderes políticos de su país y con una célebre locutora
televisiva trata el film, no dejó que una sociedad clasista le indicase cual
era su lugar, humillándolo y maltratándolo, y se rebeló utilizando las drogas y
su tráfico para medrar.
Que se pueda ver esta película y ver en ella
como los políticos se corrompen y que todo siga igual, es el peligro de estar
siempre denunciando. Acaba siendo una letanía. El ser consumista se adecua, se
adopta la corrupción como un aspecto de la existencia y sigue para adelante.
¿Cuántas películas sobre la corrupción se han
hecho? ¿Y de qué ha servido? ¿Qué ha pasado? ¿Para qué seguir haciéndolas?
No lo sé. Me imagino que Fernando León de
Aranoa lo sabe.
Javier Bardem, el mejor actor español del
momento con diferencia, de una capacidad transformadora increíble, borda el
papel. Y no sólo porque camaleónicamente su cuerpo se haya adaptado a la imagen
del narcotraficante si no porque sus gestos, su actitud, son reflejo de un
enorme trabajo de adecuación del actor a su personaje y de un esfuerzo que ha
tenido que ser agotador. Penélope Cruz sin llegar al nivel de Javier Bardem,
sale muy airosa del trance, funcionando en un registro que a mí me ha
sorprendido. Lástima que el doblaje flaquee en algunos momentos. Es una Sofía
Loren con un punto de fragilidad que le queda muy bien.
Si los directores se aplican hay grandes
papeles cinematográficos esperando a Penélope Cruz. Resumiendo, una respetable
película hecha por uno de nuestros directores más comprometido con la
problemática actual a todos los niveles y que ha encontrado una vena comercial
para expresar ese compromiso que no sé si es beneficiosa o no para su trabajo
creativo. Aún no lo sé. Habrá que esperar más películas. Volveré a ver
“Familia”. Y ya lo hecho unas cuantas veces. Nunca como la primera por la
sorpresa, pero el sabor persiste.
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