sábado, 17 de febrero de 2018

“Gloria” de Vladimir Nabokov



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Siempre me ha sorprendido de Nabokov, y que seguramente fue un rasgo destacable de su personalidad, esa forma de enfrentarse a su destino. Despojada su familia de toda su riqueza, obligada a vivir como nómadas por la Europa pre-nazi, por la revolución rusa bolchevique, nunca deja traslucir amargura en sus escritos y ni siquiera abundan entre sus personajes. Otros por mucho menos se pasaron la vida escribiendo sobre tragedias, sumidos en la tristeza, la queja y el alcohol. Él, sin embargo, es padre de una forma de hacer literatura, juguetona, burlona, inteligente, nada dada al lamento, muy amiga de incidir en lo que nos parecen detalles superfluos, como cae la nieve, como lleva su pañuelo una dama, como cuida el bigote un aristócrata venido a menos, sin importancia, pero que al diluviar sobre nosotros tejen la red en la que nos movemos en sus narraciones. Nabokov nunca se olvida de que son las palabras las que pueden poner eso de relieve.
Seguramente en un determinado momento de su vida se decidió por las palabras, se enganchó a ellas y gracias a ellas pudo mirar todos los sinsabores de una manera relativa y a la vez muy anclada en lo que acaece. El escenario está lleno de personas que intentan sobrevivir y él lo cuenta, pero raras veces echa la vista atrás con amargura.
El mismo desenlace de esta novela lo evidencia. El protagonista, empujado a vivir fuera de Rusia, deambulando por Europa, al llegar a la mayoría de edad se plantea volver a entrar en Rusia, con el consiguiente peligro. Pero no lo hace para sumarse a las fuerzas que luchan contra el comunismo, si no por razones sentimentales, para deslumbrar a su casquivana amada. Ese es el hecho. Que sea del protagonista, que sea de la revolución rusa a Nabokov le interesa un pimiento pero no por egoísmo o cobardía, si no porque seguramente tenía la absoluta certidumbre de que lo que podía hacer por revertir la situación y nada, era lo mismo.
Eso puede parecer frívolo pero en Nabokov nada lo es, ni siquiera la frivolidad. En cualquier momento de la vida hay un punto, un instante que da para el embeleso y la ensoñación, la magia. No hay otra forma de sobrevivir.
La inteligencia y la perspicacia fueron las armas de Nabokov. Y su obra literaria es el esplendido ejemplo de cómo las uso.
Gloria es otra novela de Nabokov. Toda su literatura está ahí. La introspección, el ensueño, la personal existencia del protagonista, lo grotesco, la belleza en cualquiera de sus manifestaciones.
Nabokov tuvo que ganarse la vida dando clase y entre otros libros escribió “Pálido fuego”. Si hubiera tenido que hacer cualquier otro trabajo para sobrevivir, seguro que también su mirada lo hubiera iluminado y hubiera habido un “pálido fuego”
Cuando se convirtió en exiliado, era escribir o morir. Eligió escribir y eso se nota. Nunca lo olvidó. Quizás de ahí su compromiso y lealtad hacia eso que lo salvó.
En Gloria, se estaba salvando y eso se nota mucho.
A ver si hay más manuscritos por ahí. Algunos nunca nos cansamos.

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