Ayer tuvimos noche manchega en TVE1. Primero José Mota,
manchego, y su descacharrante irreverencia contra todo lo que se mueve. ¡Cuánto
ha ganado este humorista volviendo a las raíces!
Y después Pedro Almodóvar, con su película “Los amantes
pasajeros”, al que, indiscutible en su originalidad, se le escapan humoradas de
La Mancha cada vez que pisa el pedal del sarcasmo y la burla.
Un humor, éste de La Mancha que lleva a escuchar diálogos
del tipo,
-¡Qué te pasa, hombre, que andas cabizbajo?
-Pues que me va a pasar, que estoy preocupado.
-¿Y eso?
-Pues que no sé….., que no sé si casarme o comprarme una
bicicleta.
Genial. No me digan que no. Un saludo a los de la
muchachada.
A estas alturas de los aconteceres sospecho que Miguel de
Cervantes no sitúo su Quijote en La Mancha por casualidad.
Pero vayamos a la
peli. Debo decir para empezar que yo nunca he sido un almodovariano, que me
divertí con sus pelis de los ochenta, gamberras, iconoclastas, burlonas…. en
fin, vitales y sinceras que me parecieron un ejercicio catártico para el país y
que me ilusioné con “Que he hecho yo para merecer esto”, y que luego todo fue
fragmentario y anecdótico con ramalazos de genio.
“Los abrazos rotos” tiene el peor comienzo de una película
que yo haya visto y “La piel que habito” me pareció una película imposible con
un Antonio Banderas al borde del marmol.
Así que cuando se estrenó “Los amantes pasajeros” no fui a
verla, a pesar de que en los tráileres que vi había escenas muy sugerentes.
Es muy posible que esto de no ser almodovariano tenga más
que ver con el hecho de que soy español, como él, que con la calidad de sus
películas. Me explico.
He sufrido la España casposa, retrograda y represora que ha
sufrido Pedro Almodóvar. Jalee sus pelis de los ochenta por lo que tenían de
reivindicativas, de rechazo a la inexistencia de la libertad…o sea más en plan
militante que en plan cineasta. Así que una vez asumido que este país era como
Almodóvar ponía al descubierto… la etapa había concluido. O sea, Pedro
Almodóvar es ese amigo que cuenta unos chistes geniales pero que tú ya has oído
y vivido muchas veces. O ese filosofo con el que te identificas tanto que
cuando te hablan de él, dices es genial, y que cuando te preguntan si has leído
su último libro dices que no. Esa razón que hace que adoren a Almodóvar en el
extranjero y que aquí en España haya un sector muy tibio en cuanto a su
aceptación. Algo parecido debe pasar con Kusturica en Serbia. Presiento. Cosas
de familia.
Pues yo que no vi “Los amantes pasajeros” en su momento, anoche
me lo pasé muy bien. Y es que hay mucho Almodóvar de los ochenta en esta
película. Junto al manierismo de sus decorados y desarrollo sincopado de las
tramas y una irregularidad maldita en los guiones, en esta película brilla de
una forma absorbente el magnífico trío de azafatos que en sus actitudes y
diálogos me parecieron deliciosos. Sobre todo
Javier Cámara que construye un personaje milagroso que durante toda la
película se mueve como un equilibrista entre el histrionismo y la naturalidad
sin llegar a caer de ninguno de los dos lados. Uno de sus mejores papeles.
Se nota que las tramas policiacas y la crítica social y
política a Pedro Almodóvar no le
inspiran. En esta historia se notan impostadas y entorpecen más que otra cosa
lo que a él de verdad le interesa e
inspira y que viene a ser las cosas del corazón y más concretamente las del
querer amar y las del querer follar.
Si Almodóvar hubiera montado un corto con las andanzas de
los tres azafatos el resultado artístico y creativo no se hubiera resentido
para nada. Incluso si hubiera querido alargarlo, centrándose más en ellos.
Daban para mucho estos tres “elementos”.
Ahora que hablando de los ochenta veo a Almodóvar tan en
forma todavía y con tanta gana de guerra, su valentía en los Goya, muchos
jóvenes allí presentes deberían avergonzarse de que un “viejo” fuese el
protagonista de lo más contestatario del acto, estaría muy bien que hiciese un
esfuerzo de transustantación, transmigración o lo que sea, y se imaginase joven
y veinteañero, sin fama ni premios ni trabajo ni ná, en esta época de tanta
libertad y tan poca capacidad de utilizarla. E hiciese un laberinto de pasiones
con políticos cutres, contertulios ignorantes y mercenarios, desahuciados, clientes de pateras y ejecutivos al filo. Echándole toda la rabia y
pasión que le puso a la bienvenida que le dirigió a nuestro ministro. Estoy
seguro que de nuevo sentiríamos una brisa refrescante y saludable.
Esta película me ha enganchado otra vez al cine de Pedro
Almodóvar. Iré a ver Silencio.
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