Ayer estuve viendo Lucy, y hoy
escuchando Radio 3 oí que el presentador del programa hablaba de "eso llamado
magma industrial" refiriéndose al negocio cinematográfico. Pues bien, el magma
industrial es lo que ha hecho posible una película como Lucy.
Es lamentable que sabiendo que mueren
niños en África, de hambre todos los días, aquí en Occidente nos gastemos una
pasta gansa en hacer una película tan intrascendente, vacua y mal hecha que a
uno le cuesta imaginarse a seres humanos trabajando en semejante empeño.
Fui a ver la película con la
ilusión de entretenerme un rato con una historia de acción en la que se incidía
en algo tan sugerente y atractivo como es nuestro cerebro. La dirección de Luc
Besson y Scarlett Johansson junto a Morgan Freeman de protagonistas daban para
mucho.
Y todo iba siendo entretenido
aunque manido y poco original, hasta que Lucy, pistola en mano, secuestra a un
taxista para que la lleve a un hospital y al llegar a éste, le dice,
-Tú, espérame aquí.
¿Dónde aprenden algunos a ser
guionistas? O sea, ¿un taxista acojonado ve como una loca se aleja camino del
hospital y obedece y se queda esperándola? Vamos hombre, productor, gástate
unos euros en unas esposas para dejar al taxista atado al volante, o,
guionista, invéntate una razón para que se quede allí esperando, yo que sé, que
conoces a su familia y sabes dónde vive y que irás a verlo si te deja tirada en
el hospital. Pues no, espérame aquí, con toda la ciudad para perderse y alejarse
de semejante pirada. Sólo un tarado se quedaría esperando y los tarados no son
taxistas.
Pues ahí me escurrí de la
película y no volví. Ni el trabajo de Scarlett, respetable, ni el de Morgan,
algunas veces magnífico, hay unos primeros planos estupendos, me dejaron
volver. Vi el film como quien va al super
a buscar jamón ibérico y todo lo que encuentra es jamón serrano hecho en China.
No sé si me explico.
A esta película le pasará como a la olvidable
Gravity, que mucho ruido y pocas nueces, lenta pero inexorablemente se hundirá
en ese magma industrial donde con otros restos cinematográficos irá alimentando a las flores que de vez en
cuando brillan y se hacen imperecederas en este arte moderno.
Si alguien desea ir a verla y no
ha visto Nikita, obra del mismo director, que no lo dude, que se pille Nikita y
pase un buen rato. En esta película la condición humana entera, y no sólo su
cerebro, le dan a la película un tinte de reflexión sobre nuestra condición que
en Lucy el visionado de los guepardos acechando al pobre cervatillo, mil veces
visto en los programas de animales de la 2 que todo el mundo dice que ve, o la
mona tocando con su dedo al dedo de Lucy,
¿de qué me suena esto?, no consiguen otra cosa que el que uno mire a su alrededor a ver si
se ha metido por equivocación en una proyección de esas que hacen para los alumnos de secundaria
con el fin de mostrar el ciclo de la vida.
En fin, una película que ya nada
más estrenarse parece de saldo.
La última escena en la que Lucy
ya convertida en no sé qué, le entrega a Morgan Freeman un lápiz de memoria es……..es……es
que no sé…es……… Ja,Ja,Ja,Ja……es un lápiz de memoria. Podía haber sido un
sacacorchos. Le hubiera dado a la película un sabor inconfundible.
Con lo caro que está el cine. Hay
personas que con lo que cobran actualmente,
o van al cine o comen. Y si resulta que dejas de comer para ir a ver
Lucy y te encuentras lo que te encuentras, el estomago vacio te la lía. Claro,
siempre que utilices el cerebro en un porcentaje adecuado.
Una última cosa: La documentación, la buena y exhaustiva documentación, cuando se escribe ficción sobre algo que tiene sus relaciones con la realidad es premisa insoslayable. No basta con leer cuatro cosas sobre el tema. Porque luego los diálogos parecen papel de fumar.
Una última cosa: La documentación, la buena y exhaustiva documentación, cuando se escribe ficción sobre algo que tiene sus relaciones con la realidad es premisa insoslayable. No basta con leer cuatro cosas sobre el tema. Porque luego los diálogos parecen papel de fumar.
Alucino pepinillos con la reseña de Alberto Luchini del día 29/8/2014 en El Mundo. La mejor película de Luc Besson, dice. ¡Madre del amor hermoso, qué frío más horrorroso!
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