Israel sobre Gaza, antes y después.
Dresde, Alemania, 13 al 15 de Febrero del 1945, tres meses antes de que
acabase la Segunda Guerra Mundial. Los ejércitos del aire de EEUU e Inglaterra
bombardean minuto a minuto la ciudad hasta reducirla a escombros. Una ciudad
sin ningún valor estratégico ni simbólico. Toneladas de bombas, miles de
muertos, los estudios llevados a cabo no se ponen de acuerdo y se barajan
cifras que van desde los 40.000 a más de 100.000 víctimas.
En la ciudad hay un matadero, el número 5, que reciclado en prisión acoge a
soldados norteamericanos. Sólo se salvan siete. Entre ellos Kurt Vonnegut.
¿Cómo contar eso?
Con una novela antibelicista.
¿De qué manera expresarlo?
Pues como si se tratara de una puerta loca, salida de sus goznes y que a
pesar de todo quiere cumplir su misión: Tapar el hueco. Dejar al otro lado el
sinsentido. El fracaso está garantizado. Peor antes cerraba…..sí, antes, cuando
había paz.
Matadero 5 de Vonnegut entronca con las novelas antibelicistas, como no
podía ser de otra manera, por el camino del humor y la irreverencia. Sin perder
por ello la capacidad de la esperanza y la ingenuidad.
En esta estupenda obra, que yo, lector empedernido, leo ahora por primera
vez a los 56 años escribió Vonnegut:
“Lo que quería decir
es que siempre habría guerras, y que serían tan difíciles de eliminar como lo
son los glaciares. Desde luego yo también lo creo”
Cómo le hubiera gustado a Vonnegut apostillar este párrafo, ahora que los
glaciares se están yendo a la mierda, seguro que diría mierda, mientras hay más
guerras que nunca. El tiempo, maldito descarado.
El tiempo lo envejece todo, sin paliativos. Albergamos la esperanza de que
hay cosas que resisten: Ciertas ideas, algunos mitos, bastantes obras de
arte…etc., etc. Esperanza fatua. Lo que
ocurre es que no ha pasado bastante tiempo.
Hablo del tiempo, porque en esta novela, el protagonista, fruto de una
abducción por parte de unos extraterrestres que roban para él muebles en un
centro comercial para montarle un hogar cómodo al que añaden una star-girl y
que viven en cuatro dimensiones, viaja en el tiempo y se pasa la novela
moviéndose entre su nacimiento y su ahora, pasando por los años de la Segunda
Guerra Mundial.
Como se ve un argumento desopilante que viene muy a cuento porque Kurt
Vonnegut quiere hablar de la guerra. Que
es de lo más desopilante pero todo lo contrario que uno se pueda imaginar que
el hombre lleve a cabo.
La vuelta a USA y el deseo de contar lo sucedido vertebra el comienzo de la
novela. Siempre estaba escribiendo su novela sobre el bombardeo de Dresde.
Hasta que acaba escribiéndola.
Una narración desordenada sin mucho sentido a veces, como las guerras, pero
que no deja pasar una frase sin un chiste grueso,
“Un árbol donde crece el
dinero y al pie del cual los hombres se pelean y matan unos a otros,
fertilizándolo”.
Sin una burla sangrienta,
“La mujer resultaba aburrida
pero era una deliciosa invitación a la procreación. Los hombre que la miraban
deseaban al instante cargarla con bebés”.
O toda una declaración de
intenciones irreverente,
“Era un buen soldado,
siempre dispuesto a desertar o encontrar a alguien a quien rendirse”
Mención especial merece esa originalísima manera de planificar una paz, la
querra al revés: En las páginas 89 y 90 de la vieja edición de Bruguera de 1977
que tengo entre las manos y aprovechando el visionado de una película belicista
Vonnegut nos cuenta como los aviones van recogiendo las bombas que desde el
suelo suben hasta ellos, como los edificios van elevándose intactos y
retadores, como el humo y el fuego se va apagando, como los aviones vuelven a
sus hangares y como pilotos y ciudadanos, intactos se acuestan en sus camas. La
ciudad en paz y los cuarteles en silencio. Estas dos páginas vienen a ser como
la guinda de un pastel divertido y ocurrente que transforma el pesimismo y la
rabia por tanta muerte y tanto dolor en una crítica feroz, hilarante e implacable.
PD: Llevaba esta pequeña reseña unas semanas en mi escritorio virtual y no
sabía por qué. Después de los bombardeos de Israel sobre Gaza, de USA sobre
Ira, de Siria sobre Siria y de que un avión comercial fuese abatido cuando
pasaba por Ucrania me doy cuenta de que el ¿por qué? es en realidad un ¿para
qué? Y tengo que admitirlo: No lo sé.
Léanla, a pesar de todo.
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