miércoles, 2 de abril de 2014

“La mujer a 1000 ºC” de Hallgrímur Helgason



 Estupenda la novela de Hallgrímur Helgason editada en Lumen el año pasado y que lleva por título “La mujer a 1000 ºC”. Lo de los mil grados hace referencia a la temperatura que debe arder un cuerpo al incinerarlo, delirante el dialogo para encargar su propia cremación para una fecha determinada en el capítulo 19. También es un llamado a la temperatura que adquiere una mujer cuando ya tiene agotada la paciencia, la esperanza y la fe. Y la salud.
El alambre que sostiene la historia es: “Una vieja que tiene por dioses a siete medicamentos: el de los pulmones: Symbicort; el del reuma: Metotrexato; los del cáncer: Fermara y Paclitaxel; el del sosiego: Zoloft y los dos del sueño: Stilnox y Halcion, llamados en la residencia en la que estuvo: Cabezadero y Cojitranco de la que se escapó, “y desde entonces no he vuelto a entrar en un hospital. Mi salud no me lo permite”, pues, “tengo el páncreas podrido, las costillas oxidadas y el corazón con goteras…..lo único que está fenomenal en mi es el condenado cáncer”.
Vive recluida en un garaje cedido y sin movilidad, conectada al mundo y haciendo barrabasadas a través de internet, “Mujer con un solo pecho y con cáncer en pulmones, riñones, hígado y otros lugares, desea amistad con hombre sano. No importa si tiene marcas de nacimiento en la cara”.
 Dos asistentas sociales le hacen más fácil la vida.
Una vieja que nacida en Islandia atraviesa todo el siglo XX con sus desgracias,
“El abuelo [fue Presidente de Islandia] alcanzó la cima y a nosotros, sus hijos y nietos, nos quedó la tarea de bajar de puntillas por la cuesta”.
“Nuestras tierras fueron alemanas durante quince días. Yo esperaba que eso aceleraría el crecimiento de las plantas, pero no cambio nada”.
“Y así sigue siendo nuestra bandera, la que flameamos ante otras naciones desvergonzados y enseñando el culo, dicho simple y llanamente, y que no es otra cosa que un coño ensangrentado, rebosante de semen, follado por una cruz, rodeado de cuatro moretones azules: uno danés, uno noruego, uno inglés y uno estadounidense”.
 Lo que aprovecha para contarnos de manera caótica, como el propio siglo XX, la historia de su aislado y misterioso país enhebrándola con la suya.
A partir de aquí la novela podría adquirir cincuenta mil formas, pero encuentro que el autor le ha sabido dar el punto justo de sarcasmo, cinismo e ironía  que un personaje como el que protagoniza la historia debe tener. Un personaje de una lucidez hiriente y nada complaciente con sus seres próximos. Lo que quizás sea la causa de verse al final de sus días, en un garaje, sola e incapacitada pero indomable, irreductible.
Que lo mismo se flagela a sí misma,
“Una muchacha muy echada para adelante que empezaba la noche prontísimo y el día tardísimo”
“Ama de casa. Por supuesto, eso no significa lo mismo que mosca doméstica”.
“Oh, qué tonta era yo al pensar que las mujeres son más tontas que los hombres”.
“Nunca amé al cien por cien. Porque sería una imprudencia”.
“Yo estaba sentada en la cocina, en una postura de desaliño muy bien pensada, haciendo un crucigrama polaco, con el pecho saliendo casi por el escote  y una pierna desnuda en el aire, delante de la puerta, como una puta novata”.
Que a sus congéneres,
“Uno de los principales problemas de la vida de las mujeres: Queremos que nos miren sin escucharnos, pero también que nos escuchen sin mirarnos”.
“He de reconocer, desde luego, el hecho, no muy favorable para las mujeres, de que pocas cosas estimulan tanto al amor como saber que el hombre que está sentado contigo a la mesa puede asesinarte con un arma de fuego al final del juego de la carne”.
 Que a los hombres,
“Los hombres pueden ser terriblemente simples. Cuando están totalmente perdidos en la realidad se compran un GPS”.
“Se confirmaba así el imperecedero aforismo que afirma que un hombre joven no piensa más allá de lo que alcanza su semen”.
“Aquel era un tono que tendría que oír muchas veces a lo largo de mi vida, en labios de algún marido recién divorciado o de algún amante recién engañado. El instrumento musical masculino cuenta en realidad con muy pocas cuerdas”.
“Mis hombres nunca se rebajaron a cambiar pañales. Tenían demasiado qué hacer con su pipa”.
Sin dejar de explicar que las relaciones entre los sexos han pasado lo suyo,
“La plena libertad femenina no se conseguirá hasta que todos los hombres hayan muerto en una última guerra y haya desaparecido, así, cualquier peligro de concepción. Entonces las mujeres viviremos felices durante una generación lamiéndonos la entrepierna unas a otras, dándonos palmaditas en las mejillas y clavándonos un cuchillo en la espalda”.
“Para producir la vida, una mujer tenía que pintarse los labios de rojo y ponerse una  blusa muy fina, a fin de que el tulipán se convirtiera en pepino. Luego había que batirlo hasta sacar mermelada de ostras que salía del huevo y toda la historia, y después esperar unos días hasta que empezaba a formarse una cara”.
“Claro, a la mamá, a la abuela, a la bisabuela y a todas sus abuelas también las habían violado. En graneros, en apriscos, en majadas, en colinas, en prados, en salones, en cabañas, en almacenes, en bailes, en bosques, en castillos, chozas, jardines y huertos. Y poco a poco el género femenino había ido desarrollando aquella defensa anímica que ahora brotaba en mis entrañas”.
“Sólo era bello. Bello como el maldito y pulidísimo tirador de una puerta……Y yo que creía que me había echado el ojo. Pero no. Ni siquiera quería violarme, mucho menos matarme”.
No hay amistad entre personas de distinto sexo   porque “o lleva hasta la piltra y acaba ahí, o no consigue llegar a la piltra, y se acaba”.
“Sin embargo, al final de mi vida he llegado a la conclusión de que para salir adelante en este mundo había que convertirse en un hombre”.
O dejando reflexiones sobre la guerra,
 “Ahora despierto con el aroma del café y el gorjeo de los pájaros y echo a perder el día preocupado por si el jefe estará contento con mi explicación o si la mujer me estará poniendo los cuernos. Y echo de menos que las balas de fusil me arañen la coronilla”.
“Si nos hubieran violado varias veces al día durante seiscientos años, y también de noche, como hicieron los alemanes con los frisones, los ingleses con los irlandeses, los franceses con los bretones y los españoles con los vascos, a nosotros [los islandeses] nos habría pasado lo mismo que a ellos”.
“Barrios enteros se habían convertido en escombreras…….pero en los parques públicos algún dios seguía con sus bromas y había llenado los árboles de hojas, había hecho brotar flores de la tierra y llenado toda aquella maravilla con pájaros que cantaban sus loas”.
O sobre intelectuales, políticos y demás ralea,
“Así son, a fin de cuentas, esas personas de grandes ideales, siempre con algún puchero hirviendo en la cocina”.
“Si alguna verdad me ha enseñado la vida es que sólo los canallas pueden llegar a gozar de fama mundial”.
“Suele pasar con la gente que tiene ideales: hoy se plantan para cortar el paso a una excavadora, y mañana dan a sus hijos en adopción”.
“Se dice que nuestras personas más destacadas son como dioses, pero a eso, yo me contrapongo: las más grandes entre las personas son las personas más grandes”.
“Los que mejor salen en la vida son los medianamente inteligentes, tienen bastante para abrirse paso entre la masa………por esos motivos nunca vemos a autenticas personas cultivadas en el cargo de presidente, sino sólo azafatas y abogados”.
“los de izquierdas son, por naturaleza, unos revoltosos exhibicionistas, lo digo por activa y por pasiva, a diferencia de de los de derechas, que sólo quieren forrarse sin mucho revuelo”.
“La socialdemocracia me pareció siempre una edición amable del comunismo, como un toro con los cuernos afeitados”.
Incluido Paul Sartre al que vio transformarse ante su presencia,
 “Su rostro se transformó en los órganos sexuales de un hombre: las gafas, de aros redondos, descansaban sobre un pene con aspecto de nariz, y tras ellas aparecían saltones los ojos, repletos de semen”.
O lo que opina de un célebre poeta de su país,
“En todos ellos [libros de poesía] se incluye el mismo poema que pone de relieve lo superficial que es el mundo y lo profundo que es él”.
Sin olvidarse de la crisis de Islandia,
“Y allí se limpiaban las pollas, en créditos basura y redes piramidales de inversión barata hasta que el agujero nacional se llenó de tal manera que nos embadurnó a todos con su nauseabundo olor a mierda”.
O sobre Dios,
“Claro que Dios no me importa mucho. No es más que una insolente invención del género humano para poder considerarnos a nosotros mismos más importantes que los animales y las flores y las demás plantas. Las vacas no han creado nunca su toro Jesús”.
Para al final concluir pensando en la vida,
“La felicidad es no tener nada y creer en una pelusa”.
“La triste conclusión de la vida es ésta: la felicidad en la vida no se consigue de otras personas, sino estando lejos de ellas”.
Y como el del chiste: ¿han leído ustedes estos fragmentos? ……..pues todo el libro igual.
Sin contemplaciones. Para tomar nota y aprender. Y reírse. Y regocijarse. Y llorar. Como la vida. Se puede pedir más pero hay que atenerse a las consecuencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario