domingo, 2 de febrero de 2014

"La gran estafa española" de Mariano Rajoy versus "La gran estafa americana" de David O. Russell



Hay una lectura actual de “La gran estafa americana”, y es que llega a España en un buen momento de nuestra vida nacional. Muchas de las escenas de la película nos resultan harto familiares. De hecho en los últimos años vivimos sumergidos en una gran estafa y muchas veces las noticias que desde los medios de comunicación nos llegan nos hacen preguntarnos: ¿Esto es verdad o estoy viviendo en una película?
Así que no es de extrañar que a estas alturas cuando las escenas de esta película van desfilando, muchos espectadores se aburran, de hecho de la sala en la que yo la vi, se levantaron dos parejas que hicieron mutis por el foro. Seguramente a causa de alguna otra razón perentoria, acarreada por una de las muchas urgencias de variado tipo que nos acosan, pero no pude por menos que pensar: Mira, se van, porque están aburridos de corrupciones. Y es que si vas al cine y ves lo mismo que diariamente lees en los periódicos se explica un poco este cansancio.
Después está la lectura que perdurará, porque corruptos dejaremos de ser, o nos obligaran a dejar de serlo, pero estafadores no, va con el ser humano. La vida es una estafa. Ésta es una frase que nunca dejará de pronunciarse, pensarse o promocionarse.
Es en este aspecto donde me parece que la película tiene su acierto y la esencia de su motivo de ser. Viendo el transcurso de la misma me he dado cuenta de que el estafador es en realidad en nuestra sociedad un tipo en desventaja….porque sólo es estafador. Frente a los demás ciudadanos no puede competir. Porque hay ciudadanos policías que además son estafadores, ciudadanos ingenieros  que además son estafadores, ciudadanos carpinteros que además son estafadores y así todas y cada una  de las profesiones, cada una de las personas. Mientras que el estafador sólo es estafador. Y cuando ante el estafador de profesión vocacional se coloca un ciudadano polivalente que además de su profesión puede ser estafador, pues el estafador es normal que se queje de competencia desleal e intrusismo laboral.
El personaje de Christian Bale debería convertirse en uno de esos personajes que devienen prototipos del cine. Digo debería porque, contemplada con unas horas de perspectiva, nada en la película está a su altura.  Quizás los instantes en que aparece Robert de Niro y poco más.
Se presenta como un hombre hecho a sí mismo que aprendió de pequeño a estafar y que se gana la vida estafando. Nada importante. Para tener una vida llevadera. Y es lo que quiere, nada más. Sus problemas empiezan cuando se ve obligado a lo que se podría llamar progresar en su profesión, cosa que él no desea y contra la cual se resiste durante toda la película. Es magistral la escena en la que van grabando los sucesivos sobornos a los políticos de turno. Se siente tan escandalizado y tan inseguro que tiene que salir a tomar aire fresco.
Es algo así como si a un carterista de estos del metro le hubiera llamado Mariano Rubio, otro Mariano, ofreciéndole robar el Banco de España. Se hubiera negado de entrada, pero si no hubiera tenido más remedio que hacerlo….estaría en la misma situación que el  protagonista de este film.
Aciertos de esta peli, el soberbio trabajo de Christian Bale. Se puede decir que abre los brazos y bajo su amparo  la historia se desliza con una verosimilitud incandescente. Los otros personajes se dejan llevar por su presencia. Hacía tiempo que no veía tan bien a Robert de Niro. Un papel corto que corta el aliento. Comedido, casi ni parecía De Niro. La esposa del estafador es la salsa de la historia. Con sus piruetas mentales consigue un personaje que casi le roba el protagonismo a la protagonista estafadora y amante de su marido.
Desaciertos: No sé si por culpa del montaje o por el guión, el ritmo de la peli es sincopado. Va a tirones. A ratos tenía la sensación de que eran trozos inconexos y pegados siguiendo un hilo pero sin que entre ellos hubiera relleno, no sé si me explico.
El personaje femenino protagonista no me lo acabé de creer. No la vi sexy en ningún momento, si sexy era Kim Basinger en L.A. Confidential. La distancia es abismal. No puedo explicarme que pretende el director sacándola toda la peli casi enseñando las tetas, hasta en las situaciones más inapropiadas e injustificables. Además unas tetas de lo más discretas. No me lo creí. Y el agente del FBI, de comic. Sus rulos en el pelo, una gracieta.
Una película que podría haber sido una gran película y se  queda en entretenida.
Por cierto no sé si al director se le olvidó explicarnos qué pasó al final con la historieta del jefe del FBI cuando su padre, su hermano y él iban a pescar en el hielo. O lo dejó así, adrede. Una idea de la dirección tan poco fiable que ha hecho.

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