La filmografía de Amenábar se mueve en dos campos, que en el cine son, si no opuestos, sí totalmente diferentes en el aspecto creativo sin por ello dejar de ser creativos los dos. Si un campo es el de la ficción y la complicidad del espectador, “Los otros” es un excelente ejemplo, el otro tiende a ser didáctico, testimonial y casi siempre arrastrando una tesis, curiosamente uno de sus títulos pero del otro campo, el de la invención y el suspense.
Es en el primer campo en el que según mi opinión brilla más este director, donde suele desplegar un excelente dominio del tempo narrativo y conseguir una empatía evidente con el espectador.
En “Mientras dure la guerra”, evidentemente un film del campo reflexivo, testimonial, no todo le sale bien a Amenábar y no porque no esté llena de aciertos, si no porque al ser una película basada en unos hechos y tener que ceñirse a lo testimonial, la historia queda limitada a lo que se narra. Igual que en un cantautor, cuando la intención coarta la invención.
Como en todas las películas apegadas al acontecer, y “Mar adentro” es por ahora su más brillante ejecución, en ésta Amenábar es justo, equilibrado, se dedica a mostrar y que después el espectador saque sus conclusiones. Aún así esta película ha despertado controversia, a pesar de haber pasado más de ochenta años de los hechos y a pesar de que teóricamente deberían ser sucesos superados. Este es otro valor del arte, crear inquietud, hacer pensar, levantar ampollas, descubrir imposturas. Algo que en el campo del testimonio atrae a este director.
La historia gira alrededor de Miguel de Unamuno, que en aquellos momentos era emblemático, y de los esfuerzos del bando rebelde por llevarlo a su terreno y captarlo para la causa fascista en busca de legitimidad intelectual. La figura de Franco es secundaria y con ello Amenábar muestra su intención didáctica y no partidista.
Para las generaciones jóvenes seguramente la película traerá poca aclaración del “porqué” de la guerra y para las viejas tiene el sabor de eso que te llega a la boca desde el estómago y que no nutre.
A destacar el estupendo papel de Karra Elejalde y Eduard Fernández que consigue de la mano de Amenábar salir de su encasillamiento y en el caso de Elejalde con buenas maneras. Tan dado al histrionismo, aquí está absolutamente contenido. Un gran trabajo.
Y ahora, la pregunta. ¿Era necesaria esta película? Necesaria no, lo siguiente, que se dice ahora.
El arte tiene que ser revulsivo y este film lo es. No triunfará o se verá fríamente en el extranjero, pero aquí levantará ampollas. Nadie quiere ver sus miserias reflejadas en ningún sitio. Menos en un espectáculo público.
Sabor agridulce viéndola. En el guion mucha limitación, poca ambición y ninguna profundización. Ya le pas en “Aspasia”, parece más dotado para el testimonio personal que para el histórico.
No sé por qué se llama “Mientras dure la guerra”. Creo que dada la situación hubiera sido mejor “Mientras siga la guerra”
Una película más propia de un artesano que de un artista.
De todas formas hay que ir a verla, habla de cómo empezó lo que todavía no ha acabado. Y eso que están todos los protagonistas muertos.
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