Sólo al principio hay un atisbo, ligero, de
que aquello puede fructificar: Cuando se plantea la situación de los tan
mencionados y tan poco atendidos “bien preparados” españoles que no encuentran
modo de desempeñar las habilidades aprendidas en su país y para tener una vida
digan tienen que emigrar.
Después la historia se desmorona, se llena de
topicazos y todo suena a trillado y a descuidado. Esta dinámica llega al colmo
cuando en la historia aparece el mismo decano que en el “Matadero” zamorano, el
thriller ibérico de reciente emisión en la televisión. Mismo personaje, mismo
actor y mismo final.
“Matadero”
era una mezcla del “Fargo” de los Coen y el “Breaking Bad” televisivo,
que tenía cierta gracia y más para mí que soy zamorano, pero ni tenía la originalidad
de la primera, ni la amargura soterrada y potencia visual de la segunda, ni las
interpretaciones de ninguna de las dos, siendo un remake ramplón. Así que “Lo
dejo cuando quiera” que es una especie de remake de remake, uno se puede hacer
una idea.
Además de estar llena de actores que cuando
los ves ya sabes de qué palo va la película. Actores tan encasillados que son
una casilla y van de grabación en grabación con el mismo personaje del brazo.
Película totalmente prescindible.
La gente ya empieza a estar aburrida. Se veía
en las caras al salir de la sala.
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