La contundencia del
argumento de esta película desdibuja los contornos de lo que es su esencia:
Cine.
El análisis del
trabajo del director, de las interpretaciones de los actores, de la labor de fotografía,
etc., etc., juega un papel secundario, de soporte, a la hora de juzgar este
film. Lo que quizás es un acierto. El resultado deja en segundo plano toda la
labor de zapa que ha sido necesaria para obtenerlo. Sólo me chirría en esta
película de tesis la banda sonora. Esos fragmentos que me sonaban al Vivaldi de “Las cuatro estaciones” y que
parecían más propios de una historia de suspense y horror que de reflexión y
filosófica.
Porque en esta
historia se debate algo muy simple y que me temo que no cerraremos nunca.
¿Somos más humanos que animales o viceversa?
Una pregunta que
seguramente jamás tendrá una contestación simple. Lo que no impide que mientras
damos vueltas en torno a ella, nos vayamos inventando una historia de la
humanidad. Y por lo tanto una educación. Una ética.
Porque esta historia
contemplada desde la perspectiva de nuestra animalidad es una historia muy
simple: Una familia de animales, macho, hembra y dos crías sufre un incidente
en el que la vida de sus componentes corre peligro. El macho huye, poniéndose a
salvo, y la hembra, a riesgo de morir, se queda para proteger a las crías.
No parece una escena
muy descabellada. Recordemos que los leones matan las crías de otro león para
que las leonas entren en celo. O que los hámsteres se comen unos a otros.
Y de hecho es ésta
una reflexión, o postura, que el protagonista podía haber utilizado para
explicarse lo sucedido.
Pero la maldita
sensación de ser superiores al resto de los animales que nos da el ser
inteligentes y por lo tanto tener conciencia, impide que desde nuestro trono de
rey de la creación, con humildad, aceptemos que en determinados momentos no
somos otra cosa que animales. Y como hemos inventado unas cuantas palabrejas
para conformar nuestro humano mundo: Amor, culpa, cobardía, egoísmo, pues el
pobre macho, ante una reacción puramente instintiva que no presupone gran cosa
se martiriza y carga con todo el peso de haber comido del árbol de la ciencia.
La jodida manzana.
¿Soy un cobarde?
¿Quiero a mis hijos? ¿A mi esposa? Les abandoné, soy un miserable. Corrí,
alejándome del peligro cuando más me necesitaban.
La tremenda culpa
que lo vuelve neurótico. No pasó así, fue de otro modo. Soy un ser humano, no
un animal.
Y en este escenario
humano en el que nos encuadramos su esposa reacciona también como ser superior
y no como hembra. La necesidad que tiene de explicarse la reacción de su
marido, Su afán de encajar lo sucedido en el mundo de la culpa y el amor.
Porque ella sí ama a
sus hijos. Se quedó con ellos. Arriesgó su vida para protegerlos. Porque su
amor infinito hacia ellos no la dejó dudar ni un instante.
Un momento. ¿No dudó
ni un instante?
Pero…”no dudar ni un
instante”, ¿no es algo instintivo?
A ver, empecemos de
nuevo. ¿Hablamos de amor o de instinto?
No, en realidad
hablamos de soberbia, de falta de humildad.
Dejemos al ser
humano de lado. Sólo somos machos y hembras. No tan racionales como parecemos.
En realidad, esta
película habla de lo más profundo que tenemos y que hemos revestido de palabras
para poder expresarlo, hasta convertirlo en un espantajo enmascarado y
disfrazado.
Está bien que
hablemos del amor para entendernos pero no olvidemos lo que late debajo de esa
palabra. El amor romántico, el amor filial, el amor amistoso……..todo tipo de
amor, de alguna manera es una coartada para seguir sobreviviendo.
El amor romántico,
el sexo.
El amor filial, el
deseo de supervivencia en la descendencia.
El amor amistoso, el
sentido gregario para poder protegerse.
Puro instinto, más
fuerte, más intenso que cualquier creencia.
A tener en cuenta
por si acaso en algún momento de nuestra vida nos vemos en situación semejante.
La escena final: Una
manada de seres humanos, machos, hembras y crías, aceptando su destino. Si hay
que cruzar el rio Mara, aunque esté plagado de cocodrilos, se cruza. Es nuestro
destino.
Fuerza mayor. Cine
de ensayo más que de arte. Aprendizaje y reflexión.
Por cierto su título original "Turist" me parece más adecudao. El hombre, turista de si mismo.
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