Otra vez
me voy a meter con esa costumbre de traducir los títulos de cualquier forma. El
título original del film es “Three billboards outside Ebbing, Missouri”. Está bastante clara la
intención de los padres de la criatura en localizar con precisión el lugar
donde se producen los hechos, porque si les hubiera dado igual se hubiera
titulado “Three billboards outside”. No es lo mismo “Tres
anuncios en las afueras” que “Tres anuncios en las afueras de Muelas del Pan,
Zamora”. La diferencia de resonancia, de carga emocional, etc., etc., está
clara. Pues no. Ya que no pusieron “Tres anuncios” y a cascarla. En fin, la
poca sensibilidad y la falta de respeto campa a sus anchas por cualquier campo,
ya sea artístico o de patatas.
Y es una
pena no tener en cuenta estos detalles que menoscaban una película magnífica.
La interpretación de Frances
Macdormand es la viga central sobre la que discurre todo el peso de la
historia. El desarrollo de su personaje es un solo de interpretación, complejo,
poliédrico, de los que dibujan un carácter para siempre.
Una historia sin ninguna originalidad, con un
tratamiento de los personajes y los sucesos que la convierten en una gozada.
Guión, dirección, interpretación se armonizan
para conseguir una película casi redonda. Digo casi, porque hay algún punto del
guión que debería haberse elaborado más.
El duelo interpretativo entre Frances
Macdormand, otra actriz que gana con la edad, y Sam Rockwell, es fantástico. Ver
cómo a esa viga maestra se va adosando armónicamente la figura de ese poli
inclasificable hasta formar un dúo que funciona a la perfección es una
filigrana en la dirección y el guion, que hace que aunque el film cae en
algunos excesos, se obvien por los momentos de disfrute que proporciona.
Un Woody Harrelson, anclado en su papel de
siempre, es la solida base para que la madre reivindicativa y el hijo
desnortado y falto de un verano nos deleiten durante dos horas.
No se escatima, no obstante, en medio del
humor negro “muy de los Coen”, el dolor y el sufrimiento. Sin romanticismos,
sin caer en lo melifluo, una historia de ausencias, venganzas, traiciones,
equivocaciones y perdones narrada como si a pesar de todo, eso, estar al borde
de la tragedia, es lo que nos anima a seguir. Son de esas pelícuals que dices: ¡Qué pena ya la he visto!
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