Posiblemente de todos los escritores españoles exitosos, que
se ven en los escaparates y en las listas de ventas, sea Enrique Vila-Matas del
que se pueda decir con más probabilidades de acertar que pasará a la Historia
de la Literatura Española. Esto es un tanto arriesgado, lo sé, pero a favor de
mi predicción está el que es un autor con un estilo, una originalidad y una
temática muy personal.
Enrique Vila-Matas no es un escritor para el lector medio,
es un escritor para escritores o para lectores muy avezados que hace tiempo
superaron la necesidad de leer algo que tuviera eso que se llamaba “lo
ineludible de una historia”: Presentación, desarrollo y resolución. Se puede
decir que eso a este autor le importa un comino.
Le importa tan poco, que a veces tengo la sensación de que
anda buscando escribir un libro que sólo sea para leerlo él o para que nadie lo
lea, que todo puede ser. Es decir, escribe como respira y eso es algo que a un
artista, crear para vivir, le insufla recorrido, sin venir a cuento cualquier
preocupación terrenal que sólo viene a enturbiar el proceso creativo y a
adulterar el talento.
En “Mac y su contratiempo”, Vila-Matas está donde casi
siempre en sus historias: La realidad es un concepto en el que hay tanta
fantasía que no se sabe muy bien para que se ha inventado la palabra
“irrealidad”.
La repetición, la identidad, la inutilidad de querer
buscarle al tiempo las vueltas, la soledad son temas aquí presentes desde la
perspectiva tan original de este autor. Una perspectiva en la que cabe todo,
desde la copia de textos ajenos, la mención a autores reales, hasta convertir
la narración en una historia de una historia de una historia. No sabiendo al
final si todo el desfile de personajes es un solo personaje que se transforma
constantemente, porque si deja de hacerlo, perece, de la misma manera que si
los tiburones dejan de nadar mueren, o una multitud de personajes investidos
cada uno de una característica de las que posee el narrador con el fin de tener
al final un mosaico poco preciso pero indicador del desconocimiento que tenemos
de nosotros mismos.
El final es consecuente: El personaje se desvanece aunque
siga paseando un día y otro por el mismo barrio y entrando cada día en los
mismos establecimientos: Cafeterías, tabernas, quiosco, su casa…
Mac sólo existe porque los demás lo ven.
Leyendo el libro me acordé de los talleres de literatura, en
los que los profesores se afanan en inventarse disparadores imaginativos a
partir de los cuales crear historias. Vila-Matas
es un semillero de disparadores. La afluencia de su imaginación es imparable y
muchas veces no cuenta las historias, cuenta la historia de la historia. No hay
tiempo para más, pues está acabando una y ya hay otra en puertas. El lector se
apañará.
Mac trabajaba en una profesión, pero dice estar jubilado de
otra. Tiene una familia pero se hace difícil aceptar que sea cierto dado su
trajín existencial. Frustrado decide reescribir un libro de un escritor vecino,
que es muy posible que sea el mismo. Un libro de cuentos que cada uno de ellos
está escrito a la manera de un autor famoso. Este autor tiene un sobrino que
nunca ha escrito nada pero que piensa que es mejor escritor que su tío. Este
sobrino también puede ser Mac.
Mac esta fuera de revoluciones.
Algo que suele suceder si buscas dentro de ti y acudes a
todas las llamadas y no te ciñes sólo a lo sensorial. La imaginación nunca es
domada.
Y entre descanso y descanso de lo que se podía decir
groseramente “pajas mentales”, la lucidez del que no para de observar al ser
humano y de la mano de escritores amigos va pergeñando la existencia:
“Seguramente avanzamos por descarte”
Casi nunca elegimos lo que deseamos, entre dos opciones
elegimos la que menos nos desagrada no la que más nos gusta.
Escribir como vivir, como respirar. Vila-Matas es Mac. Un
escritor de raza o un escritor a pesar de sí mismo. Lo plasma en un dialogo muy
sucinto,
El escritor pregunta a una persona que va sola,
-¿Vas sola?
La persona se queda pasmada y pregunta,
-¿Estás tonto o qué?
Es escritor, siempre va acompañado, aunque vaya solo.
Por eso pregunta, por eso aconseja,
“Cuando escribes no debes nunca decirte a ti mismo que sabes
lo que estás haciendo”.
Vila-Matas, primero escribe para él, condición “sine qua
non”; después para otros iniciados, léase escritores o no, y por último para
todos los que se quieren perder en el caos fantástico que la realidad nos
ofrece.
Lo dicho, Historia de la Literatura.
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