Cuando me enteré, allá por 1989, de que había
un cantautor catalán que había compuesto en catalán una canción que se titulaba
“Papa jo vull ser torero” (Papa quiero ser torero), me olí que ahí había algo
más. Así que puse mi atención en él. Resulta que había ganado un año antes, en
1988, un concurso de cantautores ¡en Jaén!, cantando en catalán. Así que ya me
centré en él. Y hasta hoy. Aún me acuerdo de su actuación en el programa “Un
tomb per la vida”, creo que estaba dedicado a Miquel Calçada. Se marcó una
canción sobre masturbaciones, follar y salir a tirar la basura que dejo al
público epatado por un buen rato. Una actuación que puso en evidencia lo
catetos que podemos llegar a ser.
En fin, no recuerdo ninguna presencia suya en
la que no haya sentido regocijo e interés. Por ese orden.
Su puesta en escena, en su momento fue una
corriente de aire fresco, casi helado, era un grito salvaje de libertad,
creatividad y talento. El artista total, desinhibido, al que le importan “tres
collons”, que diría él, las criticas, vengan de donde vengan. Original,
iconoclasta extremo.
Esa forma tan personal, de ser y de cantar,
que le ha traído fama y muchas veces escándalo ha dejado en la penumbra su alta
calidad como músico y creador. Un amalgamiento perfecto entre letras y música
que muy pocos cantautores consiguen. Porque entre los cantautores españoles,
suele suceder que, o la música no tiene color, o la letra ni con sangre entra.
O es una ristra de ripios.
En Pla, esa facultad y su sensibilidad para
ponerse del lado de los perdedores y llamar “hijos de puta” a los malos si hace
falta le ha dado una personalidad única. Nadie como él ha satirizado eso de
tener tantos amigos en Facebook y después estar más solo que la una, por
ejemplo.
Pero dejemos aquí su trayectoria de cantante,
ya que yo he venido aquí para hablar de su libro intitulado “Espanya de Merda”.
Una vez declaró que ser español le daba asco
y se armó la de Dios. Más catetismo nacional.
En España es fácil epatar, hay mucha gente
dispuesta a llevarse la mano a la boca y poner morritos de escandalizado por
nimiedades, y mucha más a ver como normal que el Presidente del Gobierno
saliente, antes de irse, coloque a su mujer de alcaldesa de Madrid. O que el
Presidente de Gobierno actual envíe un correo electrónico de solidaridad al
tesorero de su partido que está en la cárcel por ladrón y continúe en el cargo.
Normal. Eso es normal. Sin embargo decir pipi, caca, pedo o contar un chiste
sobre judíos. Es inadmisible.
En ese nivel coincido con Albert Pla. España
es un país de mierda.
Este libro que cuenta una historia delirante
basada en las andanzas de un músico uruguayo por España, a veces narra cosas
que suenan a que Pla se ha pasado tres pueblos, otras veces ha dado en el clavo
y otras se ha quedado corto, pero siempre mantiene ese tono de surrealismo que
si te aderezas la mente con unas cervezas o un canutillo puede suceder que no
sepas si lo que lees forma parte del libro o es una noticia de los diarios.
Me estoy acordando del alcalde de
Navalcarnero que se gasto dos millones de euros en granito para hacer unas
catacumbas en el subsuelo del pueblo, o de Jordi Pujol y familia, o del
sindicalista andaluz de la UGT, Juan Lanza, que tenía billetes de 500 euros
debajo del colchón o el recién llegado a la troupe de chorizos, Marjaliza, que
llegó a comprarse una pluma Mont Blanc que costaba más de 600.000 euros.
¡Supera eso Albert Pla!
Todos ellos tendrían un lugar en este libro.
Esta situación que vivimos en el país está
dando para mucho libro satírico porque entre otras cosas reírte y burlarte de
algo te libra del impulso de coger una metralleta…. y eso es bueno.
Aunque sería más positivo que en las próximas
elecciones votáramos otra cosa……..aunque sólo fuera por probar. Y también que
en los próximos decenios empecemos a educar a nuestros niños en vez de
adiestrarlos para tirar del carro enganchados al yugo del consumismo…..eso
también sería bueno, muy bueno.
Mientras podemos seguir leyendo cuanto libro
salga parodiando la realidad pero sin olvidar que hay gente a la que cada vez
le cuesta más apreciar estas burlas y siente cada vez más deseos de hacer otra
cosa. No se puede estar puteando a la gente siempre. Hay un límite.
No sé si habrá traducción en castellano de esta osadía pero sería muy recomendable,
sabiendo siempre que cuando Albert Pla dice Espanya no dice Albacete ni Cuenca
ni Andalucía ni Catalunya si no que dice Mariano Rajoy, Felipe González, los
Borbones, los Pujol y toda esa caterva de delincuentes, incapaces y tramposos
que ha convertido este país en un verdadero país de mierda. De esa “Espanya de
Merda” va este libro. Una vez más, aire fresco y revitalizante por parte de
este catalán que como nadie supo
homenajear a la “gordeta del seiscientos” que todos llevamos dentro.
Dada la labor profiláctica de este libro, que
después literariamente no vaya a pasar a la Historia de la Literatura es
irrelevante. No todo va a ser obras
maestras de la literatura, parodiando a Javier Krahe cuando decía aquello de
que “No todo va a ser follar”.
A propósito de Krahe, bonito el homenaje
constante y pertinaz del “duro” de pacotilla que es Albert Pla a todos sus
compañeros de trajín de estos años. Un sentimental, al fin y al cabo.
Resumiendo, pueden leer el libro o escuchar
los telediarios, viene a ser algo muy parecido. Pero que sepan que si compran
el libro Pla asegurará un poco más su vejez. Seguro que se está pagando un
autónomo de mierda que cuando se jubile no le dará ni para cervezas. Estos
músicos……estos románticones sentimentaloides.
No hay comentarios:
Publicar un comentario